15 julio 2015

Nacemos racistas

Aunque suene feo o políticamente incorrecto, el caso es que nacemos racistas, porque "de serie" tenemos un cerebro bastante igual al de nuestros antepasados, los primeros homínidos, un cerebro muy preparado para sobrevivir en un entorno adverso, hostil: un cerebro que desconfía de las diferencias.

Nacemos así. Y sin este componente genético ahora no existiríamos: hace milenios que seguramente habríamos desaparecido. Nos habrían liquidado y se nos habrían zampado cuando la lucha por la supervivencia era salvaje. Sin la desconfianza ante lo desconocido (de aquello desconocido, también del homínido desconocido...), sin este rasgo evolutivo entonces del todo positivo, imprescindible, hace tiempo que habríamos desaparecido.

Después, todo ha ido cambiando, y las expectativas de supervivencia son otras

Mediante la educación, nos hemos ido "desnaturalizando", y hemos ido adoptando una nueva, inventada, naturaleza o normalidad: la de que "todos somos iguales y no nos tenemos que agredir" (esto con un poco de suerte, hay quien no se desnaturaliza nunca...). En fin, que "nos hemos hecho" diferentes.

Pero si olvidamos de donde venimos no podemos saber como somos ni entender por qué hacemos lo que hacemos. No ser racistas requiere un esfuerzo (la genética nos pesa). Un esfuerzo individual y colectivo. Porque, hay que remarcarlo, nacemos "naturales", sin civilización, sin educación, miedosos. Es decir, entre otros cosas, racistas.

Bien mirado, con la biología que arrastramos, lo extraño quizás no son las barbaridades que a veces somos capaces de cometer, sino que no sean muchas más las que cometemos.

19 junio 2015

Existir, elegir, interpretar

Existimos. A partir de aquí cada cual interpreta un papel: pescador, fontanero, ingeniera, modisto, madre, padre, asesino, cura, traficante, fugitivo, charcutera, oficinista, tramoyista, acomodador, sinvergüenza, anacoreta...

Cada cual elige un papel o asume el que le han elegido, aquel que alguna casualidad o algún cataclismo geológico, atmosférico, político, familiar o laboral (o vete a saber de qué tipo) le ha adjudicado.

Esto ocurre a menudo, que elegimos poco: nuestra libertad es tan minúscula como nuestra existencia. En definitiva, parecida, por ejemplo, a la de una hormiga, o de un ratón, o de un gorrión.

Pero como ser tan poquita cosa es un poco humillante y decepcionante, nos inventamos relatos más ambiciosos, mejor decorados, y acompañados de presuntas libertades. Y así, entre espejismos y fantasías, disfrazados de actores que se creen sus papeles, nos es más fácil transitar el camino de la vida.

En fin, no nos lo hemos de reprochar. Porque sin un mínimo de autoengaño, el breve tiempo de existir se nos haría muy pesado.

05 junio 2015

La creación de los derechos

Todos los derechos han sido pensados, por primera vez, en algún momento de la historia (los derechos no se descubren, se construyen). Una vez pensados, el siguiente paso consiste al conseguir que se reconozcan como tales legalmente, que se incorporen a un sistema jurídico (también hay que inventar el sistema). El último paso es que los derechos legalmente reconocidos se respeten.

Invención, positivación y respeto; los tres pasos son igual de imprescindibles. E interdependientes: no se puede legislar lo que no se ha inventado (lo que no se ha pensado antes como bueno y necesario socialmente), ni se puede reclamar el cumplimiento de una ley inexistente.

Dado que los derechos se inventan, van cambiando. Porque no todos los derechos que a lo largo de la historia se han inventado, positivado y hecho respetar son deseables. La tortura, la esclavitud, la discriminación de las mujeres, de las minorías sexuales, el expansionismo colonial, etc., en muchas sociedades han sido prácticas aceptadas dentro de los ordenamientos jurídicos. Es decir, en estos casos se ha regulado que unas personas podían torturar legalmente otras, que las mujeres tenían que someterse a los hombres, que las minorías sexuales no tenían derecho a vivir, que unos pueblos podían ser oprimidos por otros...

No es solo un hecho del pasado, algunas son situaciones todavía de actualidad, en unos países u otros. Hay leyes (hoy) que no tendrían que existir, y otras que se tendrían que cumplir y que, en cambio, se vulneran (otro asunto es que a menudo hay opiniones contradictorias, incluso "violentamente enfrentadas", sobre algunos de estos temas, sobre cuáles han de ser, en cada caso, las leyes adecuadas).

En resumen: antes de inventar derechos, se tiene que inventar un modelo de mundo. Por ejemplo: Hitler tenía un modelo de mundo muy definido, en función del cual el nazismo fue inventando derechos, con los resultados que ya sabemos (otros ejemplos serían los de Stalin, Mao, Pol Pot, Franco, Videla...).

¿Cuál es nuestro modelo de mundo? Esta es la primera pregunta, la pregunta clave.

02 mayo 2015

Diálogo inter-religioso

Homeopáticos, macrobióticos, astrológicos, ovolácticos, crudivoristas, veganos, animalistas, carnivoristas, unionistas, separatistas, falangistas, comunistas, cinéfilos, colombófilos, culturistas, motoristas, filatélicos, cerveceros, madridistas, instagramers, youtubers...

En un gesto de generosa apertura, todos han sido invitados al nuevo Simposio Mundial para el Diálogo Inter-religioso, organizado por el Vaticano conjuntamente con los presbiterianos, los adventistas, los anglicanos, los ortodoxos rusos y griegos, los rabinos de Jerusalén, y una representación de las principales familias y fes islámicas e hindúes (y otras comunidades religiosas tradicionales).

Oficialmente, las expectativas de diálogo del Simposio son elevadas. Extraoficialmente, no tanto: al parecer, todos los participantes están muy convencidos, absolutamente convencidos, tanto los creyentes de las antiguas como los de las nuevas o novísimas religiones, que la suya es la única religión verdadera.

18 enero 2015

Ejercicio


Área: Sociales, tutoría o plástica.
Edad: Todas las edades.
Metodología: 
a) Usando los colores que quieras, pinta las banderas del dibujo. 
b) Sustituye, si te parece que es necesario, el idioma del texto que acompaña la imagen por el idioma que consideres apropiado en función de la combinación de colores que hayas elegido.
c) Repite el ejercicio con otros colores (y en función de los nuevos colores, si es necesario modifica de nuevo el idioma del texto).
d) Reflexiona.

01 julio 2014

Imágenes ambíguas - 2

Como alternativa a la super conocida Copa de Rubin (u otras figuras clásicas de figuras ambiguas), esta composición de autor/a deconocido/a, sin duda más divertida... y quizás "politicamente incorrecta" para alguna persona "excesivamente correcta polticamente":


30 junio 2014

Imégenes ambiguas

Carlos Muñoz Gutiérrez. La Mente Inteligente (3.- La Percepción / 3.1. El Proceso de Construcción de Imágenes)
http://pendientedemigracion.ucm.es/info/pslogica/mente/ (2014)

"Sólo somos conscientes de los resultados finales de nuestro procesamiento cerebral-mental, no somos conscientes del largo proceso que realizamos hasta que construimos la imagen que aparece en nuestra conciencia. La visión, o cualquier otro proceso perceptivo, no es algo inmediato, sino que, al contrario, exige un largo camino que podemos titular la construcción de una representación visual.

"La primera prueba de esta afirmación son las bien conocidas imágenes ambiguas que exigen tomar una opción al observador.


"Advirtamos que estas figuras exigen tomar una opción, aún cuando captemos la doble lectura, o vemos pato o conejo, o, ganso o gavilán, o, joven o vieja. Estas figuras nos advierten de que el proceso de representación de la realidad está dirigido por el sujeto, o al menos en parte, que dependerá de cómo segmentemos los elementos de la imagen para reconocer una cosa u otra."

(...)

29 junio 2014

Ni multitarea ni exactitud (juicios justos)

Al contrario de lo que se suele pensar, nuestro cerebro no es "multitarea", sinó secuencial. Podemos alternar entre múltiples tareas, y hacerlo a gran velocidad, pero en cada instante sólo podemos hacer una de las tareas. Este es el motivo por el que de una imagen ambigua, que permite dos "lecturas" distintas, en un mismo instante sólo podemos ver una de ellas. Por ejemplo, de la Copa de Rubin, la figura ideada por el psicólogo Edgar Rubin a principos del siglo XX, que permite ver una copa o dos caras enfrentadas, al mismo tiempo sólo podemos ver una de las imágenes: o la copa o las caras.

El cerebro no es multitarea... y los ojos tampoco son una Reflex con millones de megapíxels.

Todo es complicado. Además, resulta que vemos el mundo sólo de una de las muchas formas posibles de verlo. Por ejemplo, lo veríamos completamente distinto si tuviéramos ojos de mosca. Los mundos percibidos por otros animales son distintos, a causa de sus distintos sistemas ópticos. Una mosca, a causa de sus ojos "de mosca" (y de su cerebro de mosca) ve un mundo que no se parece en nada al que vemos nosotros.

Volvamos a las personas. El caso es que las personas, a pesar de tener ojos y cerebros "de persona" y no de mosca, no miramos todas de la misma forma, y por lo tanto tampoco vemos las mismas cosas. Cada persona ve "realidades distintas", según el temperamento (que nos condiciona biológicamente), la educación y la cultura (que condicionan nuestros hábitos), y el estado emocional concreto en un determinado momento (que condiciona nuestras reacciones puntuales).

A efectos prácticos (vamos a dejar la física de altos vuelos para los físicos) el mundo no es como es, sino "único" para cada persona, según como lo interpreta su cerebro a partir de las sensaciones visuales recogidas en la retina del ojo y transmitidas a través del nervio óptico.

No tenemos ojos iguales, no tenemos cerebros iguales, no tenemos hábitos iguales.

Además, tal como hemos dicho, nuestros ojos no funcionan como una cámara fotográfica. Trabajan con resoluciones más bajas y sólo enfocan con precisión el centro de la imagen, el resto queda borroso. La periferia sólo se "aclara" cuando desplazamos el foco de atención hacia lo que era periferia y lo convertimos en centro. Este es el tipo de información visual que el nervio óptico transmite al cerebro, el cual se encarga de interpretarla y de "recomponerla": a partir de su "base de datos" (las experiencias visuales anteriores) completa las imágenes dándoles apariencia de verosimilitud. Y al final vemos, en gran medida, "lo que esperamos ver".

Si no fuera por estas manipulaciones o "invenciones" la vida sería mucho más complicada, incluso imposible, ya que en lugar de la sensación de realidad que tenemos (y que nos permite actuar) tendríamos una sensación de gran confusión que nos bloquearía. El cerebro inventa para hacernos la vida más fácil: juega a favor nuestro, de nuestra supervivencia.

Lo que ocurre es que "a pesar de sus buenas intenciones", en ocasiones se confunde, nos confunde en lugar de ayudarnos. Y nos puede hacer creer que hemos visto algo que no existía, o que no existía exactamente de la forma que lo hemos visto.

Los sentidos son falibles, el cerebro es falible, nosotros somos falibles. A pesar de todo, sobrevivimos: en general somos capaces de resolver con bastante eficacia los retos que nos presenta la vida diaria. Por lo tanto, esta falibilidad no debe agobiarnos... pero sí que es aconsejable no olvidar su existencia. Sobre todo en determinadas circunstancias, cuando existe algún contencioso y el peso de las opiniones implicadas puede acarrear consecuencias importantes.

22 junio 2013

Libertad de reunión, derecho a la manifestación

Un policía corrupto es protegido por un juez corrupto promovido por un político corrupto. Un ciudadano honesto, cansado de tanta corrupción, protesta. Y es aporreado por el policía, condenado por el juez y criticado por el político: tres a cero a favor de la corrupción y la injusticia.

Los policías no deberían ser corruptos, pero en ocasiones lo son. Los jueces no deberían prevaricar, pero en ocasiones lo hacen. Los políticos deberían ser un ejemplo de integridad, pero en ocasiones se les olvida; deberían estar siempre al servicio de los ciudadanos, pero en ocasiones, en demasiadas ocasiones, están más al servicio de su propio partido o de sus intereses personales.

¿A quién hay que recurrir cuando el poder ejecutivo, el legislativo o el judicial no nos amparan? ¿Y cuando no  nos ampara ninguno de los tres? Ya sea porque uno nos atropella y los otros se inhiben (por cuestiones de intereses o de debilidad), ya sea porque los tres participan, de alguna forma, en los atropellos.

En estos casos, al final sólo queda la calle. Pero el uso de la calle también está regulado y controlado por el triumvirato que en este caso nos agrede, y que naturalmente se arroga la prerrogativa de decidir quién, cómo y cuando (o nunca) puede ejercer el derecho de ocuparla. Por lo tanto, no nos lo ponen fácil fácil, cuando queremos usar la calle para manifestar públicamente nuestra disconformidad con actuaciones de aquellos que han de autorizar que podamos manifestarnos.

Las leyes están para cumplirlas... y para no respetarlas, cuando ellas no respetan los derechos fundamentales de las personas. Los encargados de hacer cumplir la ley han de ser obedecidos... o desobedecidos cuando haciendo uso de leyes justas, las manejan injustamente (interpretándolas sesgadamente o saltándoselas descaradamente).

Algunos avances legislativos (en la linea de incrementar y consolidar los derechos fundamentales de las personas) se han llevado a cabo sin cuestionar la legalidad vigente, llegando a consensos o mayorías que permitían nuevas normas de convivencia, nuevas formas de relación entre los distintos agentes sociales, nuevos derechos para el conjunto de los ciudadanos, o específicos para minorías hasta entonces discriminadas. Pero muchos cambios sólo se han conseguido a través de enfrentamientos entre aquellos que ejercían el poder y los que lo sufrían. Incluso en sistemas políticos en teoría democráticos. Porque en una democracia también se pueden generar ámbitos, momentos o tendencias dictatoriales, y en nombre de la democracia y con la fuerza de las mayorías se pueden llegar a cometer grandes atropellos contra algunas minorías.

En principio, como norma general, en una democracia ninguna manifestación debería ser prohibida. Y si una dictadura tiene la fuerza bruta pero no tiene ninguna legitimidad moral para negar el derecho a la discrepancia, tampoco la tiene una democracia cuando, en nombre del orden público, abusa de su derecho a regular el derecho de los ciudadanos a manifestarse.

El orden público, en tanto que concepto sujeto a distintas interpretaciones, en ocasiones se convierte en conflicto dialéctico y, luego, en conflicto callejero entre manifestantes y cuerpos de seguridad. Y más tarde, en conflicto judicial entre, por un lado, los manifestantes y, por otro, los jueces y fiscales.

Establecer con claridad y con criterios democráticos consensuables los límites del derecho a manifestarse no es fácil, porque los motivos, las circunstancias y los momentos pueden ser muy diversos, difíciles de concretar en unas normas generales que no den pie a enfrentamientos a la hora de interpretarlas. No es fácil. Y como es difícil, hay que asumir que pueden producirse discrepancias entre aquellos que quieren ejercer dicho derecho y quienes, en un momento dado, lo quieren impedir (ya sea amparándose en las leyes, manipulándolas o saltándoselas). Como no es fácil, es inevitable concluir que, incluso en una democracia, toda manifestación ilegal no es siempre ilegítima. I si no es ilegítima, no es legítimo intentarla impedir, y menos aun de forma violenta. De la misma forma que no es legítimo, posteriormente, pretender penalizar judicialmente las personas que la han promovido y las que han asistido a ella.

20 junio 2013

Votar a la fuerza

Tener un derecho. Ejercer voluntariamente un derecho. Convertir un derecho en obligación.

Cuando decimos que los derechos humanos son irrenunciables, ¿a qué nos referimos, a su posesión o a su ejercicio? Y si nos referimos a su ejercicio, ¿éste ha de ser voluntario o forzoso? ¿Tenemos la obligación de ejercer nuestros derechos?

Si tenemos derecho a la vida, ¿implica esto que tenemos la obligación de vivir? El derecho a acudir a los tribunales, ¿implica que tenemos la obligación de acudir a ellos? ¿Y el derecho a una nacionalidad? ¿Está prohibido ser apátrida, en el caso de que alguien lo quiera ser por propia voluntad?

¿Y el derecho a participar en la vida política? ¿Votar puede ser una obligación? No una obligación ética (esta seria otra discusión) sino una obligación legal.

En algunos países es obligatorio votar, no existe el derecho a la abstención. Normalmente, en estos países, las democracias son débiles y la transparencia de las elecciones más bien opaca. Y la obligatoriedad de votar lo que persigue es dotar de una legitimidad un proceso que, de legítimo, tiene muy poco. De forma que en estos casos "el derecho a no ejercer el derecho a votar" puede ser uno de los primeros que hay que reivindicar. Precisamente como comprometida forma de participación política: reclamando el derecho a no votar en unas votaciones obligatorias (a menudo amañadas de distintas formas) se pone en evidencia el rechazo al sistema opaco y antidemocrático existente.

Conseguir el derecho a votar ha costado muchos esfuerzos. A lo largo de siglos. Por ejemplo, hasta hace relativamente poco las mujeres no podían votar en ningún país. Y antes, tampoco los pobres. Y antes, durante las monarquías absolutistas, durante la época feudal, no podía votar nadie, porque (igual que ahora en las dictaduras) no existían votaciones: quién mandaba hacía lo que quería con absoluta arbitrariedad e impunidad. Por lo tanto, seria un disparate minimizar la conquista del derecho a votar. Pero esto no nos ha de llevar a minimizar la importancia de lo dicho al principio, la distinción entre la posesión de un derecho y la potestad de ejercerlo o no, según la propia voluntad y los propios criterios.

Cuando el derecho al voto se convierte en obligación y no existe la opción de la abstención, algo no va bien. Y todavía va peor cuando en un país se persigue (se acusa, e incluso se encarcela) aquellas personas que, además de optar por no votar, hacen  campaña pública a favor de la abstención.