27 julio 2010

Citas - Paul Slovic (emociones y números)

"Los números no nos provocan ninguna emoción. Por eso se suceden los genocidios. Nuestra emoción, y las decisiones que provoca, no es proporcional al número de víctimas. Nos emociona más la muerte de un niño ante nosotros que la de un millón de personas en África: si no vemos, no sentimos. De ahí la importancia del arte, la fotografía, la literatura y el periodismo: ponen cara e imagen y sentimientos al sufrimiento humano."
Paul Slovic. "Los sentimientos son inteligencia instantánea". La Vanguardia, 4-11-2005 (entrevista de Lluís Amiguet)

25 julio 2010

Citas - Eudald Carbonell (hacernos más humanos)

"El gran reto de la especie humana es hacerse más humana."
Eudald Carbonell. El Periódico, 13-7-2010 (la cita corresponde al título de la entrevista realizada por Antonio M. Yagüe, dedicada a los descubrimientos de Atapuerca y la evolución de los hominidos)

14 julio 2010

(desahogos) Luto y duelo

Los procesos de duelo, para ser saludables, han de ser limitados. Cuando se eternizan, dejan de ser procesos para convertirse en estados. El hecho que después de más de 2000 años los sacerdotes de la Iglesia católica sigan vistiendo de negro es un indicador de que no han elaborado y superado el duelo fundacional, sino que se han instalado en él. Esto explica su obsesión con la muerte, con el dolor, con la mortificación. No es saludable. Que no se extrañen, pues, que generen algunas antipatías y rechazos, y de forma más generalizada, una creciente indiferencia.

13 julio 2010

(desahogos) Luto y celebraciones antropófagas

¿Qué confianza puede merecer una religión cuyos representantes visten de riguroso luto? Siempre de luto, y cuando hacen una excepción, durante la celebración de su principal ceremonia, para la cual se visten de gala (de forma deslumbrante, espectacular), entonces es para escenificar un ritual antropófago durante el que "el cuerpo y la sangre" de su dios es engullido por sus seguidores.

Luto diario y diarias celebraciones antropófagas, y a pesar de todo pretenden erigirse en el presunto lúcido referente de una sociedad, según su criterio, a la deriva.

Es obvio que la sociedad en la que vivimos sufre distintas derivas, algunas peligrosas. No es ni mucho menos una sociedad ideal, pero no parece que sean precisamente estos señores (exactamente, siempre señores, porque su misoginia les impide compartir el liderazgo con las mujeres) los más indicados para impartir lecciones de lucidez y moralidad. En fin, seguramente una de las primeras derivas que hay que corregir es precisamente esta, la gran influencia social que todavía conserva el clero en la sociedad española.

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(1) Después de tanto tiempo de vacaciones anticlericales, el sentido del deber me impulsa a ejercer de nuevo de comentarista y notario, a la vista de la incansable actividad de las altas jerarquías de la Iglesia, la camarilla de la Conferencia Episcopal, con su entrañable portavoz Juan Antonio Martínez Camino a la cabeza. Ante las tibias reformas de la anunciada Ley de Libertad Religiosa (que sin cuestionar la vigencia del actual, vergonzoso e inconstitucional Concordato limita sólo levemente algún privilegio de la Iglesia, como el de conservar los crucifijos en las aulas), empiezan a lanzar mensajes apocalípticos como el de que "prohibir los crucifijos en las aulas es suicida para la cultura europea". Son agotadores, como un sarpullido permanente.

03 julio 2010

Incultura, barbarie y felicidad

La incultura y la barbarie no son un patrimonio exclusivo de los países presuntamente atrasados. Lo de "presuntamente" es obligado incluirlo a la vista de la forma de pensar y el comportamiento de algunas personas de algunos países en teoría avanzados:

"Dos décadas después de que la homosexualidad dejara de considerarse una enfermedad, aún hay clínicas en España que ofrecen 'curas' a esta orientación sexual. Diez Padres Nuestros y diez Aves Marías. 75 miligramos de Ludiomil diarios y otros 20 de Dogmatil. Àngel Llorent se sometió durante 10 años a este tratamiento para dejar de ser gay. (...) La denuncia de que la Policlínica Tibidabo en Barcelona ofrece pastillas y tratamientos a sus pacientes para dejar de ser gays ha reabierto la polémica sobre una opción descartada en 1973, cuando los científicos rechazaron esta inclinación como trastorno psicológico. (...) Marc Orozko es un caso de terapia sin religión. Un tratamiento similar al del perro de Pavlov, que trata de asociar estímulos positivos a lo heterosexual y negativos a lo gay. Durante un año se trató en la clínica Dexeus, en Barcelona. (...) La psicóloga Patricia M. Peroni, que no accedió a una entrevista, y Jokin De Irala, de la Universidad de Navarra, han escrito libros y ofrecen conferencias en las que afirman que la homosexualidad puede revertirse."
Alejandra S. Inzunza. Oraciones para dejar de ser gay. El País, 20-6-2010

A la vista de la opinión de las lumbreras citadas de la Universidad de Navarra, es oportuno apuntar, y defender si hace falta con tesón, que lo único que hay que "revertir", si se tercia y es posible, es la eventual dificultad o incapacidad de una persona para ser feliz. En el caso de una persona homosexual, de entrada la forma más sencilla de facilitarle (de no dificultarle) la posibilidad de ser feliz es aceptando su condición y reconociéndole su derecho a ser como es, homosexual. Sin intentar convencerla "de que debe ser de otra manera distinta a la que la naturaleza le ha adjudicado", ya que está sobradamente comprobado que en estos casos este intento es la mejor receta para fomentar la infelicidad.

Montesquieu decía que "la virtud del conocimiento consiste en permitir ensanchar las dudas". Hay quién prefiere no dudar, quién parapetado tras los prejuicios de sus principios morales se empecina en consolidar su sinrazón. En ocasiones, este empecinamiento lo despliega desde la plataforma de sus títulos universitarios y sus responsabilidades profesionales, dando por supuesta la existencia de una relación directa entre estos avales y la voluntad y la capacidad de conocimiento. Sin duda quienes actúan así se convencen a si mismos, y también a quienes ya están convencidos o quieren convencerse al margen del discurso de la razón.

Cada cual es libre de inventarse la moral que quiera. Incluso de flagelarse con ella. Pero lo que no es de recibo es que encima pretenda flagelar a los demás. Ni que pretenda establecer una relación, una interdependencia, entre sus prejuicios y sus invenciones por un lado y el mundo de la razón por otro.