Todos los derechos son derechos humanos. Por un lado, porque es obvio que sólo los seres humanos inventamos derechos, los regulamos legalmente y reivindicamos su respeto. Y por otro lado, porque todos los sistemas de derechos, del tipo que sean, inciden sobre nosotros.
El derecho penal, público, privado, administrativo, comercial, marítimo, internacional, medio ambiental... todos nos afectan. Todos son derechos humanos porque según se establezcan de una forma u otra potencian o recortan las potencialidades de las personas.
Muchos de los sistemas de derechos mencionados están relacionados con el derecho a la propiedad. Por lo tanto, según como se entienda el derecho a la propiedad (y puede ser entendido de formas muy distintas, sólo hay que dar un vistazo a la historia), según la forma como se contemple su interpretación en cada uno de los sistema de derechos mencionados, originará unos escenarios sociales distintos. Más favorables por ejemplo a los intereses de las grandes corporaciones económicas o a los de la mayoría de la población.
Otro ejemplo distinto: los derechos que algunos colectivos reclaman para los animales. Que los animales puedan tener determinados derechos nos afecta directamente, ya que transforma nuestros derechos y potencialidades. La concesión o la negación de derechos a otros seres vivos incide de forma directa sobre nuestras construcciones éticas y, por lo tanto, sobre todo aquello que nos autorizamos o negamos. Plantearnos si los animales pueden o deben tener derechos, plantearnos si estamos dispuestos a concedérselos, puede darnos la opción, el derecho, a sentir compasión, y a renunciar entonces a según que esclavitudes animales (como la de aquellos criados para la alimentación humana, las prendas de abrigo, etc.). O pueden obligarnos a revisar el derecho que nos hemos concedido a seguir torturando otros seres sensibles y capaces de sufrir, ya sea como actividad presuntamente cultural o lúdica (en el caso de los toros), o con fines industriales o científicos (la experimentación cosmética o médica).
De todo lo expuesto se deduce que jamás deberíamos desentendernos del contenido de ningún sistema de derechos vigente, o de cualquier proyecto de revisión o ampliación (los eventuales derechos de los animales, los derechos relacionados con la ingeniería genética, etc.), porque todos los derechos nos afectan. Directamente o, "también directamente", de forma solidaria, en tanto que miembros de la gran familia humana (o como miembros de la todavía más extensa "gran familia sensible y capaz de sufrir").