Decía Voltaire que "Un proverbio no es una razón", y Stendhal proponía: "Odiemos las máximas: la vida es ondulación y contradicción, no síntesis".
En ocasiones se recurre al estudio del refranero con la finalidad de demostrar un determinada característica de una sociedad. Pero el recurso a los refranes con este tipo de finalidades es una iniciativa peligrosa, porque ni a Voltaire ni a Stendhal no les faltaba razón. De hecho, el refranero puede servir tanto para demostrar, en la mayoría de los casos, una cosa como su opuesta; sólo hay que realizar la selección adecuada de refranes.
El refranero es el reflejo de la diversidad existente en una determinada sociedad. Por lo tanto, es normal que también refleje las relaciones de poder, tensiones y desacuerdos entre hombres y mujeres. Con la particularidad de que en la medida que el refranero se ha generado de forma espontánea y se ha transmitido de forma oral, no ha estado dominado de forma exclusiva por los hombres: las mujeres también han participado en la creación de refranes y en su transmisión. Por lo tanto, concluir a partir del estudio de un refranero que una determinada sociedad es misógina és bastante arriesgado, o incluso gratuito.
No todo vale, si se quiere demostrar algo, no vale todo ni tan siquiera en el caso que lo que se quiere demostrar es algo evidente, como la misoginia en la mayoría (o en la totalidad, en mayor o menor grado) de sociedades. O dicho de otro modo: del estudio del refranero no se puede concluir que una sociedad sea misógina... pero es que no hace falta recurrir a él para llegar a esta, en general, obvia conclusión.