Si en estos apuntes en ocasiones se utiliza un lenguaje aparentemente sexista no es en absoluto de forma intencionada, es más bien única y exclusivamente por una cuestión de pereza congénita. Lo que se ha aprendido en la infancia cuesta un cierto esfuerzo desaprenderlo, y cuando se reflexiona sobre los distintos aprendizajes realizados a lo largo de los años se suele descubrir que no son pocas las cosas que sería mejor desaprender... algo que en muchas ocasiones al final no se hace, a pesar de percibir su necesidad.
Pero esta pereza responsable de la falta de militancia diaria en este asunto del lenguaje sexista no impide reconocer y agradecer la labor de las personas, generalmente mujeres, más comprometidas en este cambio en el uso del lenguaje: gracias a su actitud más diligente y batalladora, este proceso de cambio necesario para no seguir discriminando con las palabras a las mujeres tiene más posibilidades de alcanzar sus objetivos.