¿Qué es un ser humano? ¿Qué es aquello que lo define como tal? ¿Es algo tan obvio que es absurdo formular la pregunta?
¿Cómo consideraríamos a los neandertales, si no se hubieran extinguido? En el hipotético caso que un día la ciencia, a través de la ingeniería genética, fuera capaz de devolver a la vida neandertales, ¿los consideraríamos humanos? ¿Compartiríamos con ellos los derechos que nos hemos otorgado?
Con el nuevo marco de referencia que se irá configurando a medida que vaya creciendo la posibilidad de manipular el código genético de las personas, ¿se modificarán también los límites de lo que ahora consideramos humano o ajeno a lo humano? ¿Hasta que tanto por ciento de la manipulación del código genético de una persona consideraremos que esta sigue siendo una persona, un ser humano, o ha dejado de serlo?
¿Puede hacerse el mismo planteamiento con relación a las posibilidades que se plantean de creación de seres en los que se produzca una simbiosis entre el cuerpo humano y la robótica?
Y desde otro punto de vista, no de la composición material, biológica, genética o incluso cibernética, sino desde el punto de vista del ser vivo en acción, ¿nos podemos plantear preguntas similares? Si consideramos el proceso de humanización como aquel a través del cual unos determinados homínidos, a lo largo de sucesivas generaciones, adquieren unas características y habilidades especiales, que a su vez les permiten nuevas formas de relacionarse y comportarse, ¿es coherente entonces que estas características emergentes también sirvan para determinar si un ser vivo es realmente humano?
¿Qué hacemos entonces con los seres humanos que carecen, o aparentan carecer, de estas características, por ejemplo, con relación al comportamiento social, los psicópatas, o con relación a la capacidad de autoconciencia, los deficientes profundos?
¿Qué hacemos también con aquellos seres vivos que sin ser humanos tienen en alguna medida estas habilidades operativas y capacidades sociales, tal como confirman recientes estudios sobre algunos mamíferos, por ejemplo los orangutanes, los chimpancés o los delfines?
¿Qué hacemos con todas estas preguntas? ¿Podemos ignorarlas o es imperioso buscarles respuestas éticas?