La señora Leticia Ortiz (de profesión princesa de España) se ha hecho la cirugía estética. Esclava, como tantas personas, de la dictadura de las modas, se lima la nariz para que coincida con "la nariz ideal" de la moda vigente. Es una pena que utilice su protagonismo para renegar de un perfil de nariz ni más ni menos hermoso que el nuevo, pero característico de amplias zonas geográficas del mundo, de tantas personas inmigrantes (y no inmigrantes) que viven entre nosotros.
¿Cuantas cosas hay que retocarse para cumplir con el canon de belleza dominante? Un canon de belleza obviamente subjetivo, ligado de hecho a criterios racistas. ¿La decisión de la señora Leticia Ortiz es una sutil invitación para que todas estas personas, de cara a su mejor integración, pasen por los quirófanos de los cirujanos plásticos?
Cada cual es libre de hacer con su cuerpo, si puede, lo que desee, pero es una lástima que esta señora, teniendo en cuenta su dimensión pública, utilice los presupuestos del Estado para estas cosas. Si ya no está nada claro que este invento de los reyes, los príncipes y las princesas, con sus empleos hereditarios y sus presuntas dignidades especiales sea compatible con los más elementales principios de los derechos humanos ("Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos..."), sólo falta que encima se comporten de forma tan frívola y torpe.