"La equiparación de un óvulo fecundado microscópico o que mide pocos milímetros, sin forma humana ni actividad cerebral, con una persona es consecuente con la doctrina católica de que la finalidad de todo acto sexual es la procreación. Pero para los que no creen en dicha doctrina esa equiparación es simplemente un insulto a la inteligencia. Un legislador pluralista y democrático no puede imponer los dogmas de una determinada confesión religiosa encarcelando a los que no profesan esa fe."
Enrique Gimbernat, catedrático de Derecho Penal en la Universidad Complutense. Citado por Juan G. Bedoya en "Tranquilos: el pecado no es delito", El País, 24-4-2009