29 noviembre 2009

La prostitución: ¿esclavitud o derecho? - 4

A los consumidores de prostitución sin duda les encanta su producto de consumo, la mujer-puta. Transformada por su deseo de sujeto en objeto, buscada cuando ellos desean sonarse los mocos de los genitales, tratada como un pañuelo desechable. Consumida cuando a ellos les apetece y despreciada cuando no es deseada. Desde luego, los consumidores de prostitución no son precisamente cosumidores kantianos, ni se han planteado la idea de que el ser humano, todo ser humano, no puede ser considerado nunca un medio, sino un fin en si mismo.

Se adjuntan a continuación algunos refranes sobre putas, en la medida que el refranero popular suele ser un curioso referente para conocer la consideración que tiene una sociedad de un determinado colectivo:

-Estar como puta por rastrojo.
-La mujer que no es hacendosa, o puta o golosa.
-A la puta y al barbero, nadie los quiere viejos.
-Amor de puta y vino de frasco, a la noche gustosos, y a la mañana dan asco.
-El amor de puta y fuego de aulagas si presto se enciende, presto se apaga.
-Amar de putas y fuego de virutas, luce mucho y poco dura.
-Mientras tengas hijas en la cuna, no llames puta a ninguna.
-A la mujer dénmela bruta, pero no puta.
-Ni de estopa buena camisa, ni de puta buena amiga.
-Ni de malva buen vencejo, ni de estiércol buen olor, ni de puta buen amor.
-Para ser puta y no ganar nada, mejor mujer honrada.
-Puta en ventana: mala mañana.
-Puta la madre, puta la hija, y puta la manta que las cobija.
-Juglares y putas, cuando envejecen nadie los busca.
-A tal puta, tal rufián.
-Con putas y frailes ni camines ni andes.

28 noviembre 2009

Poesía visual - sistema sexo/género

La prostitución: ¿esclavitud o derecho? - 3

Si el ejercicio de la prostitución fuera un trabajo más, lo coherente sería que fuera tratado a todos los efectos como cualquier otro trabajo, tomando si fuera necesario las medidas oportunas para lograr tanto su normalización social como la formación adecuada de las personas interesadas en ejercer dicho oficio. Por ejemplo:

-En el hogar y en la escuela se debería explicar a las niñas y a los niños, desde la más tierna infancia, de forma natural y con claridad, que el ejercicio de la prostitución es un trabajo tan digno como otro cualquiera.
-Las niñas y niños deberían interiorizar que ejercer de prostituta o contratar sus servicios son actividades del todo normales. Tan normales como comprar el periódico en un quiosco, encargarle una reparación a un lampista, regentar un tienda de comestibles o una mercería, etc.
-Como sería un trabajo como otro cualquiera, se debería incluir en los planes de formación profesional, organizando los distintos cursillos de grado elemental y superior, con sus preceptivas horas de prácticas en los centros asociados colaboradores.
-El personal docente, en estrecha colaboración con las familias, debería dar en todo momento el ejemplo apropiado, para que el alumnado no recibiera mensajes contrapuestos, cosa que dificultaría la asimilación de las materias incluidas en el currículo.
-Los padres y madres a los que una hija les comunicara que tenía vocación de prostituta no intentarían desalentarla, al contrario, respaldarían con firmeza su decisión y la ayudarían en todo lo posible, con la finalidad de que llegara a ser una trabajadora competente y respetada y se pudiera ganar la vida dignamente con su profesión.
-Los padres y madres de una muchacha que hubiera tomado esta decisión, para reforzar su autoestima reivindicarían públicamente la dignidad del oficio escogido por la hija: "¡Nuestra hija es prostituta, y estamos orgullosísimos de que lo sea!"
-En función de la demanda social existente, si las vocaciones espontaneas no fueran suficientes se deberían hacer campañas públicas de sensibilización, con la finalidad de aumentar el número de estudiantes y asegurar la incorporación al mercado laboral de la cantidad de prostitutas requeridas.
-Etc.

¿A cuantas personas les parecería bien que sus hijas tuvieran una educación y un futuro laboral de este tipo? ¿Por qué las mujeres que se dedican a la prostitución hacen todo lo posible para que sus hijas no sigan sus pasos?

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(1) La referencia mayoritaria a la prostitución femenina no implica la ignorancia de la existencia de la prostitución masculina, con independencia de que sea proporcionalmente minoritaria y presente rasgos específicos. Dicha focalización es de orden sobre todo práctico, encaminada a simplificar la exposición, sin la inclusión de los necesarios matices que se deberían contemplar si se hablara al mismo tiempo y de forma personalizada de la prostitución femenina y la masculina.

27 noviembre 2009

La prostitución: ¿esclavitud o derecho? - 2

Una cosa es que alguien cobre a cambio de ofrecer sus favores sexuales y otra es que a esta transacción se pretenda considerarla un trabajo como otro cualquiera. Una sociedad liberal difícilmente puede pretender impedir lo primero, entre otras razones porque entrar en el fondo de este tipo de relaciones implicaría también pisar el terreno de las características de muchas relaciones matrimoniales, como muy bien argumentan las personas que defienden el derecho al libre ejercicio de la prostitución y su consideración como una actividad laboral más. Es en la segunda parte de la reivindicación, cuando estas personas pretenden unir de forma indisoluble la consideración de trabajo al libre ejercicio de sus intercambios remunerados de sexo, cuando yerran.

De acuerdo que es arriesgado entrar en los distintos tipos de casos y relaciones dentro de las que se producen, de alguna forma, intercambios de sexo y de dinero. Pero de ahí a deducir que la prostitución debería ser considerada un trabajo más, media un abismo. El mismo abismo (siguiendo la argumentación de las personas que defienden la consideración de la prostitución como un trabajo), que existiría en el caso de que las mujeres que en el contexto de sus relaciones matrimoniales intercambian sexo por dinero con sus parejas reivindicaran, basándose precisamente en el carácter remunerado de sus favores sexuales (cobrados en especies, en dinero contante y sonante o de la forma que sea), su condición de trabajadoras y, por extensión, los correspondientes derechos.

25 noviembre 2009

La prostitución: ¿esclavitud o derecho?

¿La gente tiene derecho a hacer con su cuerpo lo que quiera? ¿Se le puede impedir que comercie con él, como por ejemplo en el caso de la prostitución?

Las posturas que adoptan las distintas sociedades ante el fenómeno de la prostitución no son las mismas. E incluso dentro de las sociedades más progresistas no hay consenso, produciéndose la paradoja de que dentro de este tipo de sociedades es donde se manifiestan las posturas más extremas y contrapuestas: la de quienes defienden el derecho a ejercer la prostitución y que el ejercicio de este derecho sea considerado un trabajo más, como otro cualquiera, hasta la de quienes defienden su prohibición absoluta, llegado el caso penalizando a las prostitutas, a los clientes, o a ambos. Desde opciones contrapuestas sólo se suele coincidir en la necesidad de perseguir la actividad de los traficantes de mujeres y de los proxenetas, pero incluso aquí, redefinidos en ocasiones como "representantes de las trabajadoras sexuales", alguna vez se desliza algún matiz discrepante.

Dentro del colectivo de mujeres que ejercen la prostitución existe una minoría muy activa que exige la legalización de la prostitución y la protección de la actividad laboral de las trabajadoras del sexo, tal como se suelen autodenominar. Algunos sectores sociales, incluidos algunos dirigentes políticos, aprueban este tipo de medidas. Demandan que el ejercicio de la prostitución sea considerada como un trabajo más y que se conceda a las prostitutas todos los derechos laborales, con sus correspondientes deberes, incluida su cotización a la Seguridad Social. Argumentan que lo contrario es un ejercicio de hipocresía, ya que la prostitución no es erradicable (sostienen que mientras haya demanda habrá oferta, sea en las condiciones que sea), y que además su ocultación sólo contribuye a mantener la situación de indefensión de las mujeres que ejercen la prostitución.

Luego está un sector de población más amplio, integrado de forma mayoritaria por mujeres (pero no exclusivamente, hay hombres también muy activos dentro de este sector), que se opone tajantemente a la legalización de la prostitución, reclamando su prohibición. Una prohibición que, insisten, ha de ir acompañada de todo un paquete de medidas: la educación adecuada de todos los sectores de la sociedad (y a lo largo de las distintas franjas de edades), la planificación de las medidas sociales para que las mujeres en riesgo de caer en la prostitución tengan otras alternativas, y las medidas necesarias para que las prostitutas en activo que quieran dejarlo puedan hacerlo.

Finalmente, está el sector, quizás mayoritario, que ya sea por pereza o incluso por principios es contrario tanta a su legalización como a su prohibición. Según los casos, los motivos esgrimidos son distintos.

La pregunta pertinente ante un dilema de estas características siempre es la misma: desde el punto de vista de los derechos y valores recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, ¿cuál es la postura más coherente? ¿Qué relación existe o como se deben encajar la libertad personal recogida en el primer artículo de la Declaración Universal y la prohibición de la esclavitud recogida en el artículo 4, en la medida que amplios sectores de la sociedad consideran la prostitución una forma de esclavitud?

10 noviembre 2009

Derecho a la propiedad - 5

El derecho a la propiedad es uno de los más controvertidos y que genera uno de los mayores abanicos de opiniones. Desde ser cuestionado de forma radical, lo que ocurre por parte de algunas minorías, hasta las múltiples formas de gestionarlo que distintos sectores sociales defienden, tanto en el ámbito de las propiedades materiales (tierras, viviendas, fábricas...), como en el de las creaciones, ya sean industriales (las patentes), o artísticas (los derechos de autor literarios, musicales...).

Esta diversidad de interpretaciones (mejor sería hablar de "invenciones sociales", ya que como todos los demás derechos son producto del ser humano y de su necesidad de organizar la convivencia dentro de la sociedad), también se puede apreciar a lo largo de la historia: desde la aceptación durante milenios de la esclavitud, el derecho a la propiedad más extremo, en la medida que el objeto de propiedad era otro ser humano al que se le negaba cualquier tipo de derecho, hasta los planteamientos más igualitarios y comunitarios, como el que ya caracterizaba el estoicismo, tan vinculado a los orígenes del cristianismo.

En la actualidad, los debates que plantean los límites de este derecho son incontables, afectando a la práctica totalidad de la actividad humana. En ocasiones, estos debates son avivados con noticias tan insólitas como la siguiente:

"Una mujer ha sido condenada en Estados Unidos a pagar una multa de 1,9 millones de dólares por descargarse de forma ilegal 24 canciones de Internet. (...) Según el abogado, la compra legal de cada canción sólo habría costado 99 centavos por unidad. Una representante de la industria discográfica local RIIA se mostró satisfecha con la sentencia. Saludó que el tribunal haya tomado tanto en serio la violación de los derechos de reproducción como la industria musical." (El Mundo, 19-6-2009)

Este tipo de noticias esperpénticas y disparatadas nos dan la medida de la complejidad del tema, y de los peligros a los que están expuestas las personas y las sociedades cuando sus intereses no coinciden con los de las grandes corporaciones económicas. De alguna manera, y a pesar de todos los innegables avances, seguimos viviendo sujetos a unas relaciones de poder abusivas, asimétricas, refrendadas en muchas ocasiones por los organismos internacionales, aquellos que precisamente deberían velar para que estos abusos no se pudieran llevar a cabo.

Por otro lado, lo peor no son este tipo de noticias, sino otras que pasan más desapercibidas, como algunos de los movimientos de las grandes corporaciones biotecnológicas. Las repercusiones que pueden tener para la libertad de las personas el monopolio de este tipo de patentes biotecnológicas (cultivos transgénicos, organismos vivos en general, medicamentos...) son una amenaza nada desdeñable. En principio no por las posibilidades que permite la biotecnología como tal, sino por la utilización que se haga de estas posibilidades: huelga decir que cuando la principal finalidad de una actividad es el lucro (o el afan de poder) es difícil que esta actividad sea compatible con la mejora de las expectativas del conjunto de la sociedad y del respeto de los derechos humanos de todos sus miembros.

08 noviembre 2009

Citas - Luis Miguel Ariza (los grandes simios)

"Los estudios de campo están cambiando la imagen que teníamos de los chimpancés. En realidad, la pregunta no es si ellos se parecen a nosotros, sino cuánto hay de ellos en nosotros. Hace veinte años, la idea de 'humanidad' habría parecido simplemente absurda. Hoy no. Los grandes simios -chimpancés, gorilas, bonobos y orangutanes- se comportan como un espejo en el que descubrimos rasgos que antes pensábamos que eran exclusivamente nuestros. 'Los chimpancés son muy xenófobos', asegura Gomes. 'Son criaturas pacíficas con miembros de su propia comunidad, pero con los vecinos su tolerancia es cero; algo muy característico de los seres humanos. Forman grupos que van en busca de enemigos para atacarlos'. También existe la otra cara de la moneda. 'La relación entre madre e hijo puede durar toda la vida. Las madres son muy protectoras'.

"(...) Basta una visita al zoológico y mirar a un chimpancé o a un gorila a los ojos. Así lo cuenta De Waal: 'Sentimos que somos similares, y ese sentimiento es mucho mayor del que se desprende con otros animales. No es cuestión de que los primates puedan mirarnos directamente a los ojos; porque también hay otras especies con visión binocular, como los gatos o los búhos, y no nos pasa eso. Es la mente que percibimos que está detrás, el deseo, la reflexión, las emociones. Y todo eso resulta tan parecido a nosotros que cuando los occidentales se encontraron con los monos por primera vez en los zoológicos, a principios del siglo XIX, en París y Londres, se disgustaron. ¡Sí, fue un disgusto!'. Las razones, nos dice este experto, radican en que los monos recordaban a los visitantes demasiadas cosas sobre ellos mismos, violando la norma establecida entonces por la religión que dictaba que el hombre no era un animal, sino algo muy diferente. 'Esta separación es fácil de mantener cuando miramos a un conejo o un ave, pero con los monos nos colocamos en una posición problemática, y la gente no termina de acostumbrarse'."

Luis Miguel Ariza. "Nobles, crueles o vengativos", El País Semanal, 8-11-2009