Si el ejercicio de la prostitución fuera un trabajo más, lo coherente sería que fuera tratado a todos los efectos como cualquier otro trabajo, tomando si fuera necesario las medidas oportunas para lograr tanto su normalización social como la formación adecuada de las personas interesadas en ejercer dicho oficio. Por ejemplo:
-En el hogar y en la escuela se debería explicar a las niñas y a los niños, desde la más tierna infancia, de forma natural y con claridad, que el ejercicio de la prostitución es un trabajo tan digno como otro cualquiera.
-Las niñas y niños deberían interiorizar que ejercer de prostituta o contratar sus servicios son actividades del todo normales. Tan normales como comprar el periódico en un quiosco, encargarle una reparación a un lampista, regentar un tienda de comestibles o una mercería, etc.
-Como sería un trabajo como otro cualquiera, se debería incluir en los planes de formación profesional, organizando los distintos cursillos de grado elemental y superior, con sus preceptivas horas de prácticas en los centros asociados colaboradores.
-El personal docente, en estrecha colaboración con las familias, debería dar en todo momento el ejemplo apropiado, para que el alumnado no recibiera mensajes contrapuestos, cosa que dificultaría la asimilación de las materias incluidas en el currículo.
-Los padres y madres a los que una hija les comunicara que tenía vocación de prostituta no intentarían desalentarla, al contrario, respaldarían con firmeza su decisión y la ayudarían en todo lo posible, con la finalidad de que llegara a ser una trabajadora competente y respetada y se pudiera ganar la vida dignamente con su profesión.
-Los padres y madres de una muchacha que hubiera tomado esta decisión, para reforzar su autoestima reivindicarían públicamente la dignidad del oficio escogido por la hija: "¡Nuestra hija es prostituta, y estamos orgullosísimos de que lo sea!"
-En función de la demanda social existente, si las vocaciones espontaneas no fueran suficientes se deberían hacer campañas públicas de sensibilización, con la finalidad de aumentar el número de estudiantes y asegurar la incorporación al mercado laboral de la cantidad de prostitutas requeridas.
-Etc.
¿A cuantas personas les parecería bien que sus hijas tuvieran una educación y un futuro laboral de este tipo? ¿Por qué las mujeres que se dedican a la prostitución hacen todo lo posible para que sus hijas no sigan sus pasos?
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(1) La referencia mayoritaria a la prostitución femenina no implica la ignorancia de la existencia de la prostitución masculina, con independencia de que sea proporcionalmente minoritaria y presente rasgos específicos. Dicha focalización es de orden sobre todo práctico, encaminada a simplificar la exposición, sin la inclusión de los necesarios matices que se deberían contemplar si se hablara al mismo tiempo y de forma personalizada de la prostitución femenina y la masculina.