A los consumidores de prostitución sin duda les encanta su producto de consumo, la mujer-puta. Transformada por su deseo de sujeto en objeto, buscada cuando ellos desean sonarse los mocos de los genitales, tratada como un pañuelo desechable. Consumida cuando a ellos les apetece y despreciada cuando no es deseada. Desde luego, los consumidores de prostitución no son precisamente cosumidores kantianos, ni se han planteado la idea de que el ser humano, todo ser humano, no puede ser considerado nunca un medio, sino un fin en si mismo.
Se adjuntan a continuación algunos refranes sobre putas, en la medida que el refranero popular suele ser un curioso referente para conocer la consideración que tiene una sociedad de un determinado colectivo:
-Estar como puta por rastrojo.
-La mujer que no es hacendosa, o puta o golosa.
-A la puta y al barbero, nadie los quiere viejos.
-Amor de puta y vino de frasco, a la noche gustosos, y a la mañana dan asco.
-El amor de puta y fuego de aulagas si presto se enciende, presto se apaga.
-Amar de putas y fuego de virutas, luce mucho y poco dura.
-Mientras tengas hijas en la cuna, no llames puta a ninguna.
-A la mujer dénmela bruta, pero no puta.
-Ni de estopa buena camisa, ni de puta buena amiga.
-Ni de malva buen vencejo, ni de estiércol buen olor, ni de puta buen amor.
-Para ser puta y no ganar nada, mejor mujer honrada.
-Puta en ventana: mala mañana.
-Puta la madre, puta la hija, y puta la manta que las cobija.
-Juglares y putas, cuando envejecen nadie los busca.
-A tal puta, tal rufián.
-Con putas y frailes ni camines ni andes.