"Cuando Lisboa fue destruida por un terremoto en 1755, la Iglesia católica dictaminó que era un justo castigo de Dios (...). Han pasado 250 años de aquello, pero la Iglesia sigue diciendo cosas igual de insensatas e insensibles. Las crudas palabras del obispo Munilla (que la pobreza espiritual de España es un mal mayor que la tragedia de Haití) también han provocado un sonoro escándalo. (...) Así va la Iglesia: matando ella sola a Dios con sus torpezas."
Rosa Montero. El País, 19-1-2010