28 marzo 2011

Citas - Jane Austen (mujeres e historia)

"He leído algo de historia por obligación; pero no veo en ella nada que no me irrite o no me aburra: disputas entre papas y reyes, guerras o pestes en cada página, hombres que no valen gran cosa, y casi nada de mujeres, ¡es un fastidio!"
Jane Austen. Northanger Abbey, 1798 (citado en la introducción de la "Historia de las mujeres, 1 - La Antigüedad", Ed. Taurus, 1991)

21 marzo 2011

Delitos sexuales y presunción de inocencia

La presunción de inocencia no siempre está garantizada, en determinadas circunstancias es precaria. En el caso de abusos sexuales hay sectores de la población, incluso de la judicatura, que parece que otorguen al acusado la presunción de culpabilidad. En ocasiones parece que se ha pasado de un extremo al otro. Antes, cualquier denuncia de violación hacía recaer sobre la denunciante todas las sospechas: prostituta, mujer fácil, provocadora, mentirosa, rencorosa... (algo que sigue ocurriendo, de forma escandalosa y desgraciada, en muchos países).

Últimamente las pruebas de ADN han facilitado el esclarecimiento de algunos casos de violencia sexual. Para culpar (y condenar), o para exculpar y en ocasiones incluso excarcelar personas falsamente acusadas, privadas de libertad durante años hasta que al final, gracias a pruebas de ADN anteriormente no practicadas, han visto que se demostraba su inocencia. Personas a las que, hasta entonces, no les había servido de nada proclamar de forma incansable su inocencia.

Pero en este tipo de casos las pruebas de ADN no son siempre la panacea. Por ejemplo, no lo son en el caso de relaciones reconocidas por el acusado, pero que él sostiene que fueron consentidas y ella que fueron forzadas.

Entre la violación y el mutuo deseo y entrega incondicionales hay un amplio abanico de distintas situaciones posibles, con distintos grados de deseo, entrega y consentimiento; la zona media del abanico es compleja, llena de posibles equívocos. Entrar judicialmente en este mundo brumoso es inevitable cuando hay una denuncia, y al mismo tiempo es muy delicado y arriesgado. La justicia no es una ciencia exacta (de hecho no es ni una ciencia). Es una práctica aproximativa, y ante la duda la cuestión estriba en establecer en general, y decidir en cada caso particular, hacia que lado de la duda hay que decantarse.

Desde luego, una violación es un hecho terrible, espantoso, intolerable, que jamás debería quedar impune. El avance social y judicial que se ha hecho reconociendo las dimensiones de este espanto es importantísimo, uno de los grandes hitos de este lento proceso de humanización en el que la especie humana está metida, en el que estamos todos metidos.

Sin duda sobrecoge pensar en una mujer violada... pero también sobrecoge pensar en un hombre falsamente acusado de violación; su calvario ha de ser terrible, incluso si al final es absuelto de la acusación. Como una mujer violada, queda marcado para toda la vida. Dicen los expertos que los casos de falsas denuncias son mínimos. Dicen también que hay mecanismos para detectarlos. Pero el caso es que se dan, y que en ocasiones no son detectados.

Por esto es tan necesario que la presunción de inocencia de la persona acusada sea escrupulosamente respetada, en la misma medida que se debe respetar la presunción de veracidad del testimonio de la persona acusadora. Tanto en el caso de denuncias de violaciones como en cualquier otro caso. Siempre.

15 marzo 2011

Todos los derechos son derechos humanos

Todos los derechos son derechos humanos. Por un lado, porque es obvio que sólo los seres humanos inventamos derechos, los regulamos legalmente y reivindicamos su respeto. Y por otro lado, porque todos los sistemas de derechos, del tipo que sean, inciden sobre nosotros.

El derecho penal, público, privado, administrativo, comercial, marítimo, internacional, medio ambiental... todos nos afectan. Todos son derechos humanos porque según se establezcan de una forma u otra potencian o recortan las potencialidades de las personas.

Muchos de los sistemas de derechos mencionados están relacionados con el derecho a la propiedad. Por lo tanto, según como se entienda el derecho a la propiedad (y puede ser entendido de formas muy distintas, sólo hay que dar un vistazo a la historia), según la forma como se contemple su interpretación en cada uno de los sistema de derechos mencionados, originará unos escenarios sociales distintos. Más favorables por ejemplo a los intereses de las grandes corporaciones económicas o a los de la mayoría de la población.

Otro ejemplo distinto: los derechos que algunos colectivos reclaman para los animales. Que los animales puedan tener determinados derechos nos afecta directamente, ya que transforma nuestros derechos y potencialidades. La concesión o la negación de derechos a otros seres vivos incide de forma directa sobre nuestras construcciones éticas y, por lo tanto, sobre todo aquello que nos autorizamos o negamos. Plantearnos si los animales pueden o deben tener derechos, plantearnos si estamos dispuestos a concedérselos, puede darnos la opción, el derecho, a sentir compasión, y a renunciar entonces a según que esclavitudes animales (como la de aquellos criados para la alimentación humana, las prendas de abrigo, etc.). O pueden obligarnos a revisar el derecho que nos hemos concedido a seguir torturando otros seres sensibles y capaces de sufrir, ya sea como actividad presuntamente cultural o lúdica (en el caso de los toros), o con fines industriales o científicos (la experimentación cosmética o médica).

De todo lo expuesto se deduce que jamás deberíamos desentendernos del contenido de ningún sistema de derechos vigente, o de cualquier proyecto de revisión o ampliación (los eventuales derechos de los animales, los derechos relacionados con la ingeniería genética, etc.), porque todos los derechos nos afectan. Directamente o, "también directamente", de forma solidaria, en tanto que miembros de la gran familia humana (o como miembros de la todavía más extensa "gran familia sensible y capaz de sufrir").