Al hablar del optimismo y del pesimismo, el ejemplo clásico es el de la percepción de un vaso, lleno hasta la mitad, como "medio lleno" o "medio vacío".
¿Por qué ocurre que, en ocasiones, con un vaso lleno hasta la mitad, sólo vemos la parte medio vacía? ¿Quizás la medio llena no la vemos porque está "debajo"? ¿Es a causa de nuestra forma de mirar superficial, que nos impide apreciar que debajo, justo debajo de la parte medio vacía, pegado a ella, está siempre la parte medio llena?
Posiblemente la explicación es más compleja, y a la mirada superficial haya que añadir un exceso de fantasía negativa. Porque, a menudo, nos olvidamos de que los vasos también los fabricamos nosotros, y que a veces, para evitar las dudas relacionadas con "lo vacío y lo lleno", la solución es tan sencilla como inventarse un vaso distinto, más pequeño si es necesario.
¿O es que existe un vaso universal, "El Vaso", con unas características y una capacidad predeterminadas, fijas e inmutables? No lo parece si observamos los millones de vasos existentes y distintos y, sobre todo, aquellos casos en los que, vasos pequeños, quizás ni medio llenos, sacian la sed y llenan de luz la vida de algunas personas.
Cuando nuestra fertilidad inventiva no trabaja a favor nuestro, "nos traiciona", estamos perdidos, ya que entonces no para de complicarnos la vida. Por ejemplo, en ocasiones se suele entretener, ante la duda del vaso medio lleno o vacío, en inventar enormes jarras, a veces parecidas a verdaderas e inmensas piscinas, en las que acabamos vertiendo de forma insensata el contenido de nuestro vaso. Y entonces miramos la jarra o la piscina que nos hemos inventado y, entristecidos, contemplamos en el fondo el pequeño charquito en el que se ha convertido nuestro vaso de las dudas.
Sí, en ocasiones andamos por la vida un poco despistados, empeñados en utilizar la inteligencia creadora en la construcción de "nuestro proyecto personal de infelicidad". Ya para terminar, añadamos sólo que en la construcción de este gran proyecto, un elemento de gran ayuda es el convencimiento de que la causa de todas nuestras desdichas son siempre los demás. Pero esta ya es otra historia...