En la Declaración Universal de los Derechos Humanos no se menciona la felicidad. Sí aparece, en cambio, en el preámbulo de la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, de 1789:
"Los representantes del pueblo francés (...) han resuelto exponer, en una declaración solemne, los derechos naturales, inalienables y sagrados del hombre (...) a fin de que los actos del poder legislativo y del poder ejecutivo (...) redunden siempre en beneficio del mantenimiento de la Constitución y de la felicidad de todos."
¿Debería existir el derecho a la felicidad? Si los derechos se dividen en civiles, políticos, económicos, sociales y culturales (los recogidos en la Declaración Universal), a los que hay que añadir los derechos de tercera generación, como los medioambientales, los relacionados con la ingeniería genética, etc., ¿en qué categoría se debería incluir el hipotético derecho a la felicidad? ¿en una nueva categoría, la de los derechos emocionales?
Y si fuera un derecho, ¿serviría de algo afirmarlo, decir que "todos los seres humanos tienen derecho a ser felices"?
Una respuesta es la que ya dieron los colonos americanos en sus declaraciones de derechos de finales del siglo XVIII, como en la Declaración de Derechos de Virginia, o en la misma Declaración de Independencia de los Estados Unidos. En ellas, se menciona "la búsqueda y obtención de la felicidad", dando a entender que, al fin y al cabo, sólo puede ser el resultado de una acción, de una actividad: la felicidad no se concede ni se garantiza, lo que se puede hacer es alcanzarla. La sociedad, el estado, lo único que puede hacer, y es mucho, es no poner impedimentos, garantizar que no existan obstáculos. Por ejemplo, a una persona esclavizada o que viva con el temor de ser torturada, "la búsqueda y obtención de la felicidad" no le será tarea fácil.
Esta, al fin y al cabo, es la verdadera relación entre derechos y felicidad: los primeros han de garantizar que la búsqueda de la segunda sea posible. Pero el efectivo disfrute de los derechos no es ninguna garantía de éxito: gozando de la posibilidad de buscarla, ocurre a menudo que la felicidad tampoco se alcanza.