02 abril 2008
(desahogos) Anticlerical
Gracias a personajes entrañables como, entre otros, los timoneles de la Conferencia Episcopal, los señores Rouco y Cañizares, a lo largo de los años pasé de una tíbia y despistada fe infantil a un agnosticismo indiferente, perezoso, distante. Más tarde, sus encendidas y repetidas soflamas hicieron el resto, y su admirable apostolado consiguió llevarme a un ateismo en toda regla, militante y anticlerical.