20 junio 2013

Votar a la fuerza

Tener un derecho. Ejercer voluntariamente un derecho. Convertir un derecho en obligación.

Cuando decimos que los derechos humanos son irrenunciables, ¿a qué nos referimos, a su posesión o a su ejercicio? Y si nos referimos a su ejercicio, ¿éste ha de ser voluntario o forzoso? ¿Tenemos la obligación de ejercer nuestros derechos?

Si tenemos derecho a la vida, ¿implica esto que tenemos la obligación de vivir? El derecho a acudir a los tribunales, ¿implica que tenemos la obligación de acudir a ellos? ¿Y el derecho a una nacionalidad? ¿Está prohibido ser apátrida, en el caso de que alguien lo quiera ser por propia voluntad?

¿Y el derecho a participar en la vida política? ¿Votar puede ser una obligación? No una obligación ética (esta seria otra discusión) sino una obligación legal.

En algunos países es obligatorio votar, no existe el derecho a la abstención. Normalmente, en estos países, las democracias son débiles y la transparencia de las elecciones más bien opaca. Y la obligatoriedad de votar lo que persigue es dotar de una legitimidad un proceso que, de legítimo, tiene muy poco. De forma que en estos casos "el derecho a no ejercer el derecho a votar" puede ser uno de los primeros que hay que reivindicar. Precisamente como comprometida forma de participación política: reclamando el derecho a no votar en unas votaciones obligatorias (a menudo amañadas de distintas formas) se pone en evidencia el rechazo al sistema opaco y antidemocrático existente.

Conseguir el derecho a votar ha costado muchos esfuerzos. A lo largo de siglos. Por ejemplo, hasta hace relativamente poco las mujeres no podían votar en ningún país. Y antes, tampoco los pobres. Y antes, durante las monarquías absolutistas, durante la época feudal, no podía votar nadie, porque (igual que ahora en las dictaduras) no existían votaciones: quién mandaba hacía lo que quería con absoluta arbitrariedad e impunidad. Por lo tanto, seria un disparate minimizar la conquista del derecho a votar. Pero esto no nos ha de llevar a minimizar la importancia de lo dicho al principio, la distinción entre la posesión de un derecho y la potestad de ejercerlo o no, según la propia voluntad y los propios criterios.

Cuando el derecho al voto se convierte en obligación y no existe la opción de la abstención, algo no va bien. Y todavía va peor cuando en un país se persigue (se acusa, e incluso se encarcela) aquellas personas que, además de optar por no votar, hacen  campaña pública a favor de la abstención.