21 abril 2008

La felicidad - 2

Cuando alguien usa la palabra "felicidad", le atribuye un significado personal, a menudo distinto del que le atribuye su interlocutor de turno.

Si nos fijamos en los diccionarios, según la primera acepción del diccionario de la RAE, la felicidad consiste en el "estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien".

Y según la primera acepción del Diccionario de uso del español (María Moliner), la felicidad es la "situación del ser para quien las circunstancias de su vida son tales como las desea".

La segunda acepción del diccionario de la RAE es "satisfacción, gusto, contento", y la segunda del María Moliner, "estado del ánimo circunstancial del que consigue algo que contribuye a esta situación". Es decir, dan esencialmente las mismas definiciones, pero alterando el orden de aparición. El hecho de poseer un bien o conseguir algo en un caso está en primer lugar y en el otro en el segundo.

No obstante, al margen de las eventuales diferencias que puedan aparecer en los distintos diccionarios, al menos hay un par de cosas claras:
1) Que la felicidad es un "de estado de ánimo", una sensación. Es decir, la felicidad es una experiencia subjetiva.
2) Que el tema arranca de lejos, puesto que los antiguos griegos ya filosofaban sobre la felicidad (como Aristóteles en "Ética a Nicómaco").

Sobre el primer punto, que la felicidad es una sensación subjetiva, lo que se deduce es que su gestión depende de nosotros mismos, ya sea de forma consciente o inconsciente. Lo demuestra que gente con condiciones de vida muy precarias a veces tiene "sensaciones de felicidad" considerables, y al revés también: gente en teoría con las mejores condiciones de vida puede vivir en profundos estados de infelicidad.