29 abril 2008

La invención de los derechos

Los derechos son una de las muchas invenciones de los seres humanos. Los derechos humanos, en tanto que parte de los derechos en general (mercantiles, patrimoniales, etc.), son por lo tanto también el resultado de la fértil capacidad fabuladora de las personas.

La existencia de un ser supremo responsable de la existencia de los derechos humanos sería la versión más poética y barroca alumbrada por la fantasía humana para explicar la existencia de estos derechos. Y precisamente por esto es tan respetable: en la medida que los derechos no son una realidad a descubrir, sino una invención, su principal característica es la subjetividad. Una subjetividad manifiesta en cuanto a sus orígenes, y más opinable en cuanto a su contenido (ya que precisamente el objetivo de la ética, otro de los grandes inventos de la humanidad, es pasar por el filtro de la razón las distintas invenciones filosóficas y morales).

Pero la subjetividad (y la fragilidad que esta subjetividad implica), de la invención de los derechos humanos, no ha de hacer olvidar su gran utilidad. Y si a alguien le tienta la duda, sólo tiene que hacer el pequeño esfuerzo de imaginarse víctima de cualquiera de los grandes atropellos contra la integridad y la dignidad de las personas que se producen a diario. Contra esta dolorosa realidad, para ponerle coto, se erigen las proclamaciones de derechos.

Es posible, no obstante, que haya inventos mejores para regular la convivencia, o la coexistencia, entre las persona. Pero hasta el momento los otros inventos que se han propuesto o ensayado parece que son peores. En ocasiones manifiestamente peores. Es oportuno recordarlo, no olvidarlo. Al menos, hasta que se alumbre un invento mejor.