20 abril 2008

La felicidad

En la Declaración Universal de los Derechos Humanos no se menciona la felicidad. Sí aparece, en cambio, en el preámbulo de la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, de 1789:

"Los representantes del pueblo francés (...) han resuelto exponer, en una declaración solemne, los derechos naturales, inalienables y sagrados del hombre (...) a fin de que los actos del poder legislativo y del poder ejecutivo (...) redunden siempre en beneficio del mantenimiento de la Constitución y de la felicidad de todos."

¿Debería existir el derecho a la felicidad? Si los derechos se dividen en civiles, políticos, económicos, sociales y culturales (los recogidos en la Declaración Universal), a los que hay que añadir los derechos de tercera generación, como los medioambientales, los relacionados con la ingeniería genética, etc., ¿en qué categoría se debería incluir el hipotético derecho a la felicidad? ¿en una nueva categoría, la de los derechos emocionales?

Y si fuera un derecho, ¿serviría de algo afirmarlo, decir que "todos los seres humanos tienen derecho a ser felices"?

Una respuesta es la que ya dieron los colonos americanos en sus declaraciones de derechos de finales del siglo XVIII, como en la Declaración de Derechos de Virginia, o en la misma Declaración de Independencia de los Estados Unidos. En ellas, se menciona "la búsqueda y obtención de la felicidad", dando a entender que, al fin y al cabo, sólo puede ser el resultado de una acción, de una actividad: la felicidad no se concede ni se garantiza, lo que se puede hacer es alcanzarla. La sociedad, el estado, lo único que puede hacer, y es mucho, es no poner impedimentos, garantizar que no existan obstáculos. Por ejemplo, a una persona esclavizada o que viva con el temor de ser torturada, "la búsqueda y obtención de la felicidad" no le será tarea fácil.

Esta, al fin y al cabo, es la verdadera relación entre derechos y felicidad: los primeros han de garantizar que la búsqueda de la segunda sea posible. Pero el efectivo disfrute de los derechos no es ninguna garantía de éxito: gozando de la posibilidad de buscarla, ocurre a menudo que la felicidad tampoco se alcanza.