Hay muchas clases de cuentos de hadas. Algunos los protagonizan hadas buenas. Otros hadas malas y ogros. Los monseñores Rouco Varela y Cañizares son dos hadas malas, apropiadamente vestidas de negro, representando el cuento siniestro del intento de implantación de su particular modelo de democracia teocrática romana.
No obstante, es el papel que les corresponde: cuando en 1948 se aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos representantes de algunas confesiones religiosas reclamaban que en su articulado se hiciera referencia "al Ser Supremo", algo que afortunadamente no consiguieron, ya que se impuso el sentido común. En aquellos momentos, hubo quién incluso llego a sugerir que la Declaración Universal debería iniciarse con la reproducción de los Diez Mandamientos...