¿Cuál es el mayor invento de la humanidad? ¿La rueda, los aviones, la lavadora, internet...?
Hay un invento previo sin el cual no serían posibles las posteriores invenciones de la humanidad: la misma humanización, este invento evolutivo sorprendente, sin el cual no seriamos lo que somos.
Es obvio que el proceso de humanización es el que ha hecho posible todos los posteriores inventos de los seres humanos, ya sean emocionales (como la empatía), sociales (como la ética y la democracia), o materiales (como la agricultura, la rueda, la olla a presión o los fármacos).
Entre esta colección de invenciones surgidas gracias a la humanización previa, hay una que es necesario reivindicar de modo especial: los derechos humanos. Porque es precisamente este invento, basado en los inventos previos emocionales y sociales, el que permite, en la medida que se consigue la difusión y el respeto de estos derechos, que cada cual tenga la mayor libertad posible para desarrollar sus propios proyectos inventivos.
Los derechos humanos son un brillante invento en la medida que son la plataforma imprescindible para que cada cual pueda abordar lo más libremente posible el intento de invención de su propia vida como individuo, y de su modo de relación con el prójimo.
Es verdad, no obstante, que escoger es siempre un acto cargado de subjetividad. Por lo tanto, no sorprende demasiado que algunas personas puedan argumentar (sobre todo si contestan sin pensárselo demasiado), que "el mayor invento de la humanidad" es, por ejemplo, la televisión. O la cerveza... Pero lo cierto es que si alguna persona en un momento dado puede manifestar unas opiniones tan pintorescas en gran medida es gracias a que ya tiene garantizado el acceso a los más elementales derechos humanos. Otra cosa es que no sea consciente de ello, ni de lo que a lo largo de siglos ha costado (y sigue costando), pensarlos, reconocerlos, reivindicarlos...