De forma regular, cada cierto tiempo, "los pastores de la Iglesia" proclaman cosas como que sólo la fe en Dios puede dar sentido a la vida, combatir el nihilismo, evitar la el deterioro moral de la humanidad, etc.
En estos casos, y de modo especial cuando estos pastores pertenecen a las altas jerarquías eclesiásticas (p.ej., Benedicto XVI el 22-6-2008), a la Iglesia no le debería extrañar que, además del anticlericalismo entendido como la oposición a la injerencia del clero en los asuntos del estado, también aflore y se expanda aquel anticlericalismo entendido como el que profesan "las personas que tienen animadversión contra el clero" (María Moliner).
Es normal tener "animadversión contra el clero" cuando sus cabecillas adoptan estas posturas. Cuando hacen pronunciamientos de este tipo, es comprensible que aquellas personas que se sienten ninguneadas puedan desear un mundo libre del clero (al menos libre de sus más altas jerarquías, aquellas que suelen sembrar este tipo de cizaña), un mundo en el que todas las personas de buena voluntad, sean o no creyentes, contribuyan unidas, sin despreciarse, en la construcción de un mundo mejor.