"Yo diría que ninguna religión es en sí misma incompatible o espontáneamente favorecedora de la libertad. Todas las religiones, en un punto u otro de su historia, han experimentado el fanatismo de una manera muy negativa. La libertad viene de la evolución de la sociedad, de las ideas de los pensadores y los filósofos, y entonces es adoptada y aceptada por la religión. Estoy convencido de que todas las religiones pueden interpretarse de una manera que sea compatible con la libertad, con los derechos humanos, con los derechos de la mujer, con el laicismo y con la modernidad."
Amin Maalouf (entrevistado por Juan Cruz), "Avanzamos hacia un mundo de amargura", El País Semanal, 17-10-2010
08 diciembre 2010
05 diciembre 2010
Citas - Antonio Damasio (regulación social)
"¿Recuerda la homeostasis en los cuerpos? (...) es el mismo principio de la religión, la justicia o la política: los humanos buscan un equilibrio social que mejore su adaptación al medio. (...) Entre la célula eucariota que se autorreguló para adaptarse al entorno y el redactor de una Constitución median millones de años de evolución, pero el principio es el mismo: autorregularse, tener conciencia, para encontrar un equilibrio que mejore la adaptación de la especie y sus individuos al entorno."
Antonio Damasio. "Somos materia, pero sabemos trascenderla". La Vanguardia (La Contra), 09/10/2010
Antonio Damasio. "Somos materia, pero sabemos trascenderla". La Vanguardia (La Contra), 09/10/2010
03 noviembre 2010
Citas - Ken Robinson (educación y capacidades personales)
"La pregunta no es cuánta inteligencia, sino qué clase de inteligencia tienes. La educación debería ayudarnos a todos a encontrar la nuestra (...) ¡Todos somos superdotados en algo! Se trata de descubrir en qué. Esa debería ser la principal función de la educación. (...) La educación debe enfocarse a que encontremos nuestro elemento: la zona donde convergen nuestras capacidades y deseos con la realidad. Cuando la alcanzas, la música del universo resuena en ti, una sensación a la que todos estamos llamados."
Ken Robinson. La Vanguardia (La Contra), 3-11-2010
Ken Robinson. La Vanguardia (La Contra), 3-11-2010
12 octubre 2010
03 octubre 2010
Derecho a la huelga y al trabajo
El derecho a la huelga está recogido en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y reconocido por la Constitución Española: "Se reconoce el derecho a la huelga de los trabajadores para la defensa de sus intereses. La ley que regule el ejercicio de este derecho establecerá las garantías precisas para asegurar el mantenimiento de los servicios esenciales de la comunidad" (artículo 28.2 de la Constitución).
Es un derecho con una característica especial, porque es individual pero sólo puede ser ejercido colectivamente: "El derecho de huelga es, como el Tribunal Constitucional afirma expresamente en su S.T.Co. 11/1981, un derecho de titularidad individual pero de ejercicio colectivo, lo que viene a significar que la decisión de hacer o no huelga corresponde estrictamente al trabajador individual, pero el ejercicio del derecho requiere del concurso de otros trabajadores, pues la huelga de un solo trabajador no es tal, sino que constituye un incumplimiento contractual." (1)
La titularidad individual de este derecho, y por tanto la libertad de ejercerlo o no, en muchas ocasiones es cuestionada. Este cuestionamiento se produce desde dos sectores opuestos, en unos casos negando su ejercicio y en otros forzándolo. Lo han negado o lo niegan en según que momentos históricos y países la patronal y el poder político. La obligación de ejercerlo la promueven en muchas ocasiones los grupos de opinión mayoritarios favorables a una huelga. Una vez decidida una huelga, es habitual, por parte de sus impulsores (por ejemplo los sindicatos), la tendencia a imponer su cumplimiento, pasando del nivel de las argumentaciones al de las coerciones, llegando en ocasiones incluso a la violencia manifiesta, ya sea contra las personas o las propiedades.
Vinculada al derecho de huelga y a esta dimensión coercitiva mencionada existe la figura del piquete: "Grupo de personas que pacífica o violentamente, intenta imponer o mantener una consigna de huelga". Es la definición del Diccionario de la Real Academia Española, en su sexta acepción. La primera acepción del diccionario, a pesar de tener otro sentido, no deja de ser sugerente a la vista del desarrollo de algunas huelgas y del protagonismo de algunos piquetes (cuando en lugar de limitarse a informar ejercen distintas formas de violencia, para impedir que las personas que no quieren sumarse a la huelga puedan trabajar): "Golpe o herida de poca importancia hecha con un instrumento agudo o punzante".
Hay que insistir en que tanto el derecho a trabajar como el derecho a la huelga son derechos individuales, y que el principio de la libertad es de mayor entidad y precede a ambos derechos. Sorprende, por lo tanto, el comportamiento de algunos piquetes, cuando argumentan que en estas circunstancia la libertad individual queda anulada. Una postura que suelen justificar no sólo las bases sindicales, sino también algunos de sus dirigentes cuando afirman que "cuando hay una huelga no hay ningún motivo para ir a trabajar".
Convertir los derechos en obligaciones es inaceptable. Y otorgarse el patrimonio absoluto de la razón en las situaciones de conflicto es tanto una muestra de ignorancia como de detestable prepotencia. Es, de hecho, el argumento que han utilizado de forma recurrente todas las dictaduras, tanto de derechas como de izquierdas.
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(1) www.enciclopedia-juridica.biz14.com/d/derecho-de-huelga/derecho-de-huelga.htm
Es un derecho con una característica especial, porque es individual pero sólo puede ser ejercido colectivamente: "El derecho de huelga es, como el Tribunal Constitucional afirma expresamente en su S.T.Co. 11/1981, un derecho de titularidad individual pero de ejercicio colectivo, lo que viene a significar que la decisión de hacer o no huelga corresponde estrictamente al trabajador individual, pero el ejercicio del derecho requiere del concurso de otros trabajadores, pues la huelga de un solo trabajador no es tal, sino que constituye un incumplimiento contractual." (1)
La titularidad individual de este derecho, y por tanto la libertad de ejercerlo o no, en muchas ocasiones es cuestionada. Este cuestionamiento se produce desde dos sectores opuestos, en unos casos negando su ejercicio y en otros forzándolo. Lo han negado o lo niegan en según que momentos históricos y países la patronal y el poder político. La obligación de ejercerlo la promueven en muchas ocasiones los grupos de opinión mayoritarios favorables a una huelga. Una vez decidida una huelga, es habitual, por parte de sus impulsores (por ejemplo los sindicatos), la tendencia a imponer su cumplimiento, pasando del nivel de las argumentaciones al de las coerciones, llegando en ocasiones incluso a la violencia manifiesta, ya sea contra las personas o las propiedades.
Vinculada al derecho de huelga y a esta dimensión coercitiva mencionada existe la figura del piquete: "Grupo de personas que pacífica o violentamente, intenta imponer o mantener una consigna de huelga". Es la definición del Diccionario de la Real Academia Española, en su sexta acepción. La primera acepción del diccionario, a pesar de tener otro sentido, no deja de ser sugerente a la vista del desarrollo de algunas huelgas y del protagonismo de algunos piquetes (cuando en lugar de limitarse a informar ejercen distintas formas de violencia, para impedir que las personas que no quieren sumarse a la huelga puedan trabajar): "Golpe o herida de poca importancia hecha con un instrumento agudo o punzante".
Hay que insistir en que tanto el derecho a trabajar como el derecho a la huelga son derechos individuales, y que el principio de la libertad es de mayor entidad y precede a ambos derechos. Sorprende, por lo tanto, el comportamiento de algunos piquetes, cuando argumentan que en estas circunstancia la libertad individual queda anulada. Una postura que suelen justificar no sólo las bases sindicales, sino también algunos de sus dirigentes cuando afirman que "cuando hay una huelga no hay ningún motivo para ir a trabajar".
Convertir los derechos en obligaciones es inaceptable. Y otorgarse el patrimonio absoluto de la razón en las situaciones de conflicto es tanto una muestra de ignorancia como de detestable prepotencia. Es, de hecho, el argumento que han utilizado de forma recurrente todas las dictaduras, tanto de derechas como de izquierdas.
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(1) www.enciclopedia-juridica.biz14.com/d/derecho-de-huelga/derecho-de-huelga.htm
06 septiembre 2010
La utilidad de la historia
¿Qué pretendemos, cuando nos acercamos a la historia pasada o a las crónicas de la realidad actual? ¿Sólo nos atraen como una forma de entretenimiento? ¿O mediante la información que nos facilitan nos proponemos trascender la simple curiosidad y buscar la transformación de aquellos aspectos de la realidad que consideramos reprobables, que atentan contra la dignidad de las personas? ¿Nos motiva el propósito de buscar el vínculo entre el conocimiento de la verdad y la transformación de la realidad que nos rodea?
Si la respuesta es afirmativa, todavía podemos añadir lo siguiente: si son estas las inquietudes que albergamos, en el fondo quizás será relativamente igual que leamos un relato histórico, un periódico o que hablemos con el vecino, porque cualquier información o situación puede ser, cuando se acepta que pueda serlo, un punto de arranque para una reflexión que permita iniciar un proceso de transformación de la realidad.
Tal como al parecer decían los templarios, "quién más sepa, que más diga; quién más pueda, que más haga".
Si la respuesta es afirmativa, todavía podemos añadir lo siguiente: si son estas las inquietudes que albergamos, en el fondo quizás será relativamente igual que leamos un relato histórico, un periódico o que hablemos con el vecino, porque cualquier información o situación puede ser, cuando se acepta que pueda serlo, un punto de arranque para una reflexión que permita iniciar un proceso de transformación de la realidad.
Tal como al parecer decían los templarios, "quién más sepa, que más diga; quién más pueda, que más haga".
02 septiembre 2010
Implicación e inhibición
Ante determinadas actitudes o comportamientos de dudosa moralidad podemos argumentar que "es lo que se ha hecho siempre", "es lo que hace todo el mundo". Y de esta forma justificar nuestra inhibición, nuestra falta de reacción, ante los abusos o las injusticias.
Hay que reconocer que es un argumento aplicado a menudo en los análisis históricos. Y utilizando también por los mismos protagonistas de sucesos posteriormente cuestionados: por ejemplo, a gran escala, por todas las personas que durante la Segunda Guerra Mundial colaboraron con los proyectos genocidas alemanes y japoneses, o por quienes contribuyeron a las masacres perpetradas por las distintas dictaduras comunistas, en China, la Unión Soviética, Corea o Camboya.
Es verdad que no es fácil ir a contracorriente, pero también lo es que "todas las reglas tienen sus excepciones": el hecho de que determinado comportamiento fuera habitual en un momento histórico dado (o en la actualidad) no impide que no se produjeran (o se produzcan) excepciones.
Por ejemplo, la visión que tienen algunas personas de que "todos los alemanes comulgaban y colaboraban con el nacionalsocialismo" no es nada fiel a la realidad, ya que lo cierto es que los primeros ocupantes de los campos de concentración nazis fueron precisamente disidentes alemanes.
En todos los sistemas totalitarios ha existido una mayor o menor disidencia, en todas las épocas históricas siempre ha existido gente con la suficiente dignidad e integridad para no someterse a los abusos del poder. Es cierto que a menudo estas personas han pagado un alto precio por su actitud, incluso con su vida, pero demuestran que incluso en las peores circunstancias no es inevitable el colaboracionismo con las políticas autoritarias y contrarias a los valores de la libertad y de los derechos humanos.
Hay que reconocer que es un argumento aplicado a menudo en los análisis históricos. Y utilizando también por los mismos protagonistas de sucesos posteriormente cuestionados: por ejemplo, a gran escala, por todas las personas que durante la Segunda Guerra Mundial colaboraron con los proyectos genocidas alemanes y japoneses, o por quienes contribuyeron a las masacres perpetradas por las distintas dictaduras comunistas, en China, la Unión Soviética, Corea o Camboya.
Es verdad que no es fácil ir a contracorriente, pero también lo es que "todas las reglas tienen sus excepciones": el hecho de que determinado comportamiento fuera habitual en un momento histórico dado (o en la actualidad) no impide que no se produjeran (o se produzcan) excepciones.
Por ejemplo, la visión que tienen algunas personas de que "todos los alemanes comulgaban y colaboraban con el nacionalsocialismo" no es nada fiel a la realidad, ya que lo cierto es que los primeros ocupantes de los campos de concentración nazis fueron precisamente disidentes alemanes.
En todos los sistemas totalitarios ha existido una mayor o menor disidencia, en todas las épocas históricas siempre ha existido gente con la suficiente dignidad e integridad para no someterse a los abusos del poder. Es cierto que a menudo estas personas han pagado un alto precio por su actitud, incluso con su vida, pero demuestran que incluso en las peores circunstancias no es inevitable el colaboracionismo con las políticas autoritarias y contrarias a los valores de la libertad y de los derechos humanos.
27 julio 2010
Citas - Paul Slovic (emociones y números)
"Los números no nos provocan ninguna emoción. Por eso se suceden los genocidios. Nuestra emoción, y las decisiones que provoca, no es proporcional al número de víctimas. Nos emociona más la muerte de un niño ante nosotros que la de un millón de personas en África: si no vemos, no sentimos. De ahí la importancia del arte, la fotografía, la literatura y el periodismo: ponen cara e imagen y sentimientos al sufrimiento humano."
Paul Slovic. "Los sentimientos son inteligencia instantánea". La Vanguardia, 4-11-2005 (entrevista de Lluís Amiguet)
Paul Slovic. "Los sentimientos son inteligencia instantánea". La Vanguardia, 4-11-2005 (entrevista de Lluís Amiguet)
25 julio 2010
Citas - Eudald Carbonell (hacernos más humanos)
"El gran reto de la especie humana es hacerse más humana."
Eudald Carbonell. El Periódico, 13-7-2010 (la cita corresponde al título de la entrevista realizada por Antonio M. Yagüe, dedicada a los descubrimientos de Atapuerca y la evolución de los hominidos)
Eudald Carbonell. El Periódico, 13-7-2010 (la cita corresponde al título de la entrevista realizada por Antonio M. Yagüe, dedicada a los descubrimientos de Atapuerca y la evolución de los hominidos)
14 julio 2010
(desahogos) Luto y duelo
Los procesos de duelo, para ser saludables, han de ser limitados. Cuando se eternizan, dejan de ser procesos para convertirse en estados. El hecho que después de más de 2000 años los sacerdotes de la Iglesia católica sigan vistiendo de negro es un indicador de que no han elaborado y superado el duelo fundacional, sino que se han instalado en él. Esto explica su obsesión con la muerte, con el dolor, con la mortificación. No es saludable. Que no se extrañen, pues, que generen algunas antipatías y rechazos, y de forma más generalizada, una creciente indiferencia.
13 julio 2010
(desahogos) Luto y celebraciones antropófagas
¿Qué confianza puede merecer una religión cuyos representantes visten de riguroso luto? Siempre de luto, y cuando hacen una excepción, durante la celebración de su principal ceremonia, para la cual se visten de gala (de forma deslumbrante, espectacular), entonces es para escenificar un ritual antropófago durante el que "el cuerpo y la sangre" de su dios es engullido por sus seguidores.
Luto diario y diarias celebraciones antropófagas, y a pesar de todo pretenden erigirse en el presunto lúcido referente de una sociedad, según su criterio, a la deriva.
Es obvio que la sociedad en la que vivimos sufre distintas derivas, algunas peligrosas. No es ni mucho menos una sociedad ideal, pero no parece que sean precisamente estos señores (exactamente, siempre señores, porque su misoginia les impide compartir el liderazgo con las mujeres) los más indicados para impartir lecciones de lucidez y moralidad. En fin, seguramente una de las primeras derivas que hay que corregir es precisamente esta, la gran influencia social que todavía conserva el clero en la sociedad española.
--
(1) Después de tanto tiempo de vacaciones anticlericales, el sentido del deber me impulsa a ejercer de nuevo de comentarista y notario, a la vista de la incansable actividad de las altas jerarquías de la Iglesia, la camarilla de la Conferencia Episcopal, con su entrañable portavoz Juan Antonio Martínez Camino a la cabeza. Ante las tibias reformas de la anunciada Ley de Libertad Religiosa (que sin cuestionar la vigencia del actual, vergonzoso e inconstitucional Concordato limita sólo levemente algún privilegio de la Iglesia, como el de conservar los crucifijos en las aulas), empiezan a lanzar mensajes apocalípticos como el de que "prohibir los crucifijos en las aulas es suicida para la cultura europea". Son agotadores, como un sarpullido permanente.
Luto diario y diarias celebraciones antropófagas, y a pesar de todo pretenden erigirse en el presunto lúcido referente de una sociedad, según su criterio, a la deriva.
Es obvio que la sociedad en la que vivimos sufre distintas derivas, algunas peligrosas. No es ni mucho menos una sociedad ideal, pero no parece que sean precisamente estos señores (exactamente, siempre señores, porque su misoginia les impide compartir el liderazgo con las mujeres) los más indicados para impartir lecciones de lucidez y moralidad. En fin, seguramente una de las primeras derivas que hay que corregir es precisamente esta, la gran influencia social que todavía conserva el clero en la sociedad española.
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(1) Después de tanto tiempo de vacaciones anticlericales, el sentido del deber me impulsa a ejercer de nuevo de comentarista y notario, a la vista de la incansable actividad de las altas jerarquías de la Iglesia, la camarilla de la Conferencia Episcopal, con su entrañable portavoz Juan Antonio Martínez Camino a la cabeza. Ante las tibias reformas de la anunciada Ley de Libertad Religiosa (que sin cuestionar la vigencia del actual, vergonzoso e inconstitucional Concordato limita sólo levemente algún privilegio de la Iglesia, como el de conservar los crucifijos en las aulas), empiezan a lanzar mensajes apocalípticos como el de que "prohibir los crucifijos en las aulas es suicida para la cultura europea". Son agotadores, como un sarpullido permanente.
03 julio 2010
Incultura, barbarie y felicidad
La incultura y la barbarie no son un patrimonio exclusivo de los países presuntamente atrasados. Lo de "presuntamente" es obligado incluirlo a la vista de la forma de pensar y el comportamiento de algunas personas de algunos países en teoría avanzados:
"Dos décadas después de que la homosexualidad dejara de considerarse una enfermedad, aún hay clínicas en España que ofrecen 'curas' a esta orientación sexual. Diez Padres Nuestros y diez Aves Marías. 75 miligramos de Ludiomil diarios y otros 20 de Dogmatil. Àngel Llorent se sometió durante 10 años a este tratamiento para dejar de ser gay. (...) La denuncia de que la Policlínica Tibidabo en Barcelona ofrece pastillas y tratamientos a sus pacientes para dejar de ser gays ha reabierto la polémica sobre una opción descartada en 1973, cuando los científicos rechazaron esta inclinación como trastorno psicológico. (...) Marc Orozko es un caso de terapia sin religión. Un tratamiento similar al del perro de Pavlov, que trata de asociar estímulos positivos a lo heterosexual y negativos a lo gay. Durante un año se trató en la clínica Dexeus, en Barcelona. (...) La psicóloga Patricia M. Peroni, que no accedió a una entrevista, y Jokin De Irala, de la Universidad de Navarra, han escrito libros y ofrecen conferencias en las que afirman que la homosexualidad puede revertirse."
Alejandra S. Inzunza. Oraciones para dejar de ser gay. El País, 20-6-2010
A la vista de la opinión de las lumbreras citadas de la Universidad de Navarra, es oportuno apuntar, y defender si hace falta con tesón, que lo único que hay que "revertir", si se tercia y es posible, es la eventual dificultad o incapacidad de una persona para ser feliz. En el caso de una persona homosexual, de entrada la forma más sencilla de facilitarle (de no dificultarle) la posibilidad de ser feliz es aceptando su condición y reconociéndole su derecho a ser como es, homosexual. Sin intentar convencerla "de que debe ser de otra manera distinta a la que la naturaleza le ha adjudicado", ya que está sobradamente comprobado que en estos casos este intento es la mejor receta para fomentar la infelicidad.
Montesquieu decía que "la virtud del conocimiento consiste en permitir ensanchar las dudas". Hay quién prefiere no dudar, quién parapetado tras los prejuicios de sus principios morales se empecina en consolidar su sinrazón. En ocasiones, este empecinamiento lo despliega desde la plataforma de sus títulos universitarios y sus responsabilidades profesionales, dando por supuesta la existencia de una relación directa entre estos avales y la voluntad y la capacidad de conocimiento. Sin duda quienes actúan así se convencen a si mismos, y también a quienes ya están convencidos o quieren convencerse al margen del discurso de la razón.
Cada cual es libre de inventarse la moral que quiera. Incluso de flagelarse con ella. Pero lo que no es de recibo es que encima pretenda flagelar a los demás. Ni que pretenda establecer una relación, una interdependencia, entre sus prejuicios y sus invenciones por un lado y el mundo de la razón por otro.
"Dos décadas después de que la homosexualidad dejara de considerarse una enfermedad, aún hay clínicas en España que ofrecen 'curas' a esta orientación sexual. Diez Padres Nuestros y diez Aves Marías. 75 miligramos de Ludiomil diarios y otros 20 de Dogmatil. Àngel Llorent se sometió durante 10 años a este tratamiento para dejar de ser gay. (...) La denuncia de que la Policlínica Tibidabo en Barcelona ofrece pastillas y tratamientos a sus pacientes para dejar de ser gays ha reabierto la polémica sobre una opción descartada en 1973, cuando los científicos rechazaron esta inclinación como trastorno psicológico. (...) Marc Orozko es un caso de terapia sin religión. Un tratamiento similar al del perro de Pavlov, que trata de asociar estímulos positivos a lo heterosexual y negativos a lo gay. Durante un año se trató en la clínica Dexeus, en Barcelona. (...) La psicóloga Patricia M. Peroni, que no accedió a una entrevista, y Jokin De Irala, de la Universidad de Navarra, han escrito libros y ofrecen conferencias en las que afirman que la homosexualidad puede revertirse."
Alejandra S. Inzunza. Oraciones para dejar de ser gay. El País, 20-6-2010
A la vista de la opinión de las lumbreras citadas de la Universidad de Navarra, es oportuno apuntar, y defender si hace falta con tesón, que lo único que hay que "revertir", si se tercia y es posible, es la eventual dificultad o incapacidad de una persona para ser feliz. En el caso de una persona homosexual, de entrada la forma más sencilla de facilitarle (de no dificultarle) la posibilidad de ser feliz es aceptando su condición y reconociéndole su derecho a ser como es, homosexual. Sin intentar convencerla "de que debe ser de otra manera distinta a la que la naturaleza le ha adjudicado", ya que está sobradamente comprobado que en estos casos este intento es la mejor receta para fomentar la infelicidad.
Montesquieu decía que "la virtud del conocimiento consiste en permitir ensanchar las dudas". Hay quién prefiere no dudar, quién parapetado tras los prejuicios de sus principios morales se empecina en consolidar su sinrazón. En ocasiones, este empecinamiento lo despliega desde la plataforma de sus títulos universitarios y sus responsabilidades profesionales, dando por supuesta la existencia de una relación directa entre estos avales y la voluntad y la capacidad de conocimiento. Sin duda quienes actúan así se convencen a si mismos, y también a quienes ya están convencidos o quieren convencerse al margen del discurso de la razón.
Cada cual es libre de inventarse la moral que quiera. Incluso de flagelarse con ella. Pero lo que no es de recibo es que encima pretenda flagelar a los demás. Ni que pretenda establecer una relación, una interdependencia, entre sus prejuicios y sus invenciones por un lado y el mundo de la razón por otro.
22 junio 2010
17 junio 2010
Costumbres del pasado
Hay costumbres del pasado que nos parecen bárbaras, inhumanas. ¿Pero cómo juzgarán las próximas generaciones algunas de nuestras costumbres?
Por ejemplo, ¿cómo juzgarán las generaciones futuras "la costumbre" actual por la cual, existiendo ahora alimentos de sobras para toda la humanidad, millones de personas mueran de hambre? ¿Cómo juzgarán que se inviertan grandes recursos en el transporte de alimentos de un extremo al otro del mundo, alimentos en muchas ocasiones caprichosos, pero en cambio no se pueda garantizar el acceso a una dieta básica de supervivencia a los millones de seres humanos actualmente famélicos? ¿Cómo juzgarán nuestra pasividad, nuestra indiferencia, nuestra preferencia por la comodidad de nuestras vidas privilegiadas, rutinarias y sin sobresaltos, ajenas a la situación dramática de millones de personas no tan afortunadas? ¿Qué pensarán de nuestro cultivo de "la ignorancia activa" del mundo en el que vivimos? ¿Qué pensarán de nosotros, con nuestras despensas bien surtidas (y nuestras enfermedades "de ricos", algunas causadas precisamente por el consumo excesivo de alimentos), mientras otras personas sin el necesario poder adquisitivo tienen graves carencias, alimentarias, sanitarias y de todo tipo?
¿Nos juzgarán con dureza, afirmando que conociendo lo que ocurría éramos insolidarios y egoístas en grado extremo? ¿O nos disculparán, pensando que "era lo normal en aquellos tiempos"?
Por ejemplo, ¿cómo juzgarán las generaciones futuras "la costumbre" actual por la cual, existiendo ahora alimentos de sobras para toda la humanidad, millones de personas mueran de hambre? ¿Cómo juzgarán que se inviertan grandes recursos en el transporte de alimentos de un extremo al otro del mundo, alimentos en muchas ocasiones caprichosos, pero en cambio no se pueda garantizar el acceso a una dieta básica de supervivencia a los millones de seres humanos actualmente famélicos? ¿Cómo juzgarán nuestra pasividad, nuestra indiferencia, nuestra preferencia por la comodidad de nuestras vidas privilegiadas, rutinarias y sin sobresaltos, ajenas a la situación dramática de millones de personas no tan afortunadas? ¿Qué pensarán de nuestro cultivo de "la ignorancia activa" del mundo en el que vivimos? ¿Qué pensarán de nosotros, con nuestras despensas bien surtidas (y nuestras enfermedades "de ricos", algunas causadas precisamente por el consumo excesivo de alimentos), mientras otras personas sin el necesario poder adquisitivo tienen graves carencias, alimentarias, sanitarias y de todo tipo?
¿Nos juzgarán con dureza, afirmando que conociendo lo que ocurría éramos insolidarios y egoístas en grado extremo? ¿O nos disculparán, pensando que "era lo normal en aquellos tiempos"?
12 junio 2010
Elogio y peligro de la autoinvención
"A menos que cambiemos de rumbo, terminaremos en el lugar hacia el que nos dirigimos."
Proverbio chino.
Una roca, una bacteria, un primate, nosotros. Todos existimos. Las bacterias, los primates y nosotros además vivimos. Con los primates también compartimos la capacidad de gozar y de sufrir. Sólo nosotros podemos reflexionar sobre el placer y el dolor. Además de hacerlo, podemos intentar incidir sobre su presencia e intensidad en nuestras vidas, procurando potenciar el primero y minimizar el segundo (en esto nos volvemos a asemejar, en distinto grado, a los seres vivos con sistemas nerviosos evolucionados).
Huir del dolor es un impulso biológico. Reivindicar el derecho a no padecer las agresiones ajenas es una invención moral. Cuando trascendemos nuestros propios intereses e incluimos en la reivindicación al resto de las personas damos otro salto cualitativo, efectuamos otra invención moral. La ampliación puede ser parcial o absoluta: incluyendo sólo a los miembros de nuestra propia familia o clan, de la propia ciudad, comarca o nación, o abarcando a la humanidad entera. Incluso podemos incluir a los otros seres sensibles no humanos, igualmente capaces de padecer.
Todos los derechos son invenciones. Así como la idea de la libertad, la igualdad y la fraternidad. También sus opuestos, la idea de la sumisión, la desigualdad y la insolidaridad. Hitler y Gandhi fueron los dos inventores (o actualizadores) de invenciones morales.
A partir del momento evolutivo en que alcanzamos una estructura neuronal suficientemente compleja como para ser capaces de pensar, y luego capaces de pensar moralmente, nuestras vidas cobran un nuevo significado. Como especie y como individuos, nos toca escoger.
Proverbio chino.
Una roca, una bacteria, un primate, nosotros. Todos existimos. Las bacterias, los primates y nosotros además vivimos. Con los primates también compartimos la capacidad de gozar y de sufrir. Sólo nosotros podemos reflexionar sobre el placer y el dolor. Además de hacerlo, podemos intentar incidir sobre su presencia e intensidad en nuestras vidas, procurando potenciar el primero y minimizar el segundo (en esto nos volvemos a asemejar, en distinto grado, a los seres vivos con sistemas nerviosos evolucionados).
Huir del dolor es un impulso biológico. Reivindicar el derecho a no padecer las agresiones ajenas es una invención moral. Cuando trascendemos nuestros propios intereses e incluimos en la reivindicación al resto de las personas damos otro salto cualitativo, efectuamos otra invención moral. La ampliación puede ser parcial o absoluta: incluyendo sólo a los miembros de nuestra propia familia o clan, de la propia ciudad, comarca o nación, o abarcando a la humanidad entera. Incluso podemos incluir a los otros seres sensibles no humanos, igualmente capaces de padecer.
Todos los derechos son invenciones. Así como la idea de la libertad, la igualdad y la fraternidad. También sus opuestos, la idea de la sumisión, la desigualdad y la insolidaridad. Hitler y Gandhi fueron los dos inventores (o actualizadores) de invenciones morales.
A partir del momento evolutivo en que alcanzamos una estructura neuronal suficientemente compleja como para ser capaces de pensar, y luego capaces de pensar moralmente, nuestras vidas cobran un nuevo significado. Como especie y como individuos, nos toca escoger.
28 abril 2010
27 abril 2010
Citas - Javier Cercas (prohibir y tolerar)
"También diré que no entiendo que la línea principal de defensa de los taurinos ante la amenaza a la fiesta haya sido la apelación a la libertad y que tantos de ellos hayan proclamado: 'Yo no soy partidario de prohibir nada'; vaya, pues yo sí: desde el asesinato hasta el fraude fiscal, se me ocurren muchísimas cosas que prohibir, porque la civilización consiste antes en prohibir que en tolerar, y no creo que la existencia de las corridas tenga mucho que ver con la libertad."
Javier Cercas. Ética de los toros. El País, 24-1-2010
Javier Cercas. Ética de los toros. El País, 24-1-2010
23 abril 2010
Observar el pasado para vivir el presente
"1- El reinado de los Reyes Católicos, Doña Isabel de Castilla y Don Fernando de Aragón, es el más glorioso de la Historia de España. 2- El Papa les dio el título de Católicos por su piedad y por lo mucho que trabajaron por extender en sus estados la fe cristiana. (...) 6- Para defender en sus estados la Religión Católica los Reyes Católicos expulsaron a los judíos, a los que el pueblo odiaba por sus crímenes y avaricia y crearon el tribunal de la Santa Inquisición, para castigar a los herejes. (...) "
["Lección 14. Los Reyes Católicos" de la "Historia de España, Tercero y Cuarto Cursos". Compañía de Santa Teresa de Jesús. Hihil Obstat; El Censor, Dr. Cipriano Montserrat, Canónigo, Prelado Doméstico de S.S. Barcelona, 2 de agosto de 1958. Imprimatur; Gregorio, Arzobispo-Obispo de Barcelona. Por mandato de Su Excia. Rvdma. Dr. Alejandro Pech, Pbro., Canciller-Secretario."]
Todos los relatos históricos son subjetivos, pero asumida esta limitación, es también obvio que en el mejor de los casos hay distintos grados de aproximación a la realidad, y en el peor, en ocasiones la voluntad manifiesta y deshonesta de distorsionar sustancialmente o incluso negar rotundamente hechos ampliamente probados. Por ejemplo, es lo que ocurre con algunos presuntos historiadores que en la actualidad siguen empeñados en negar el programa y la praxis del nazismo orientados al exterminio de los judíos.
En el caso del texto reproducido, sorprende (o no) que tantos prelados y obispos que figuran junto al Nihil Obstat estuvieran de acuerdo en inculcar en las tiernas mentes infantiles de la época tamañas arbitrariedades y prejuicios.
Otro ejemplo: ahora nos desconcierta que hoy en día exista gente culta o presuntamente culta que defiende el creacionismo, pero es bueno recordar que aquí, a finales de los años cincuenta, durante el nacionalcatolicismo, en los libros de texto se podían leer párrafos como los siguientes:
"Dios creó el mundo, esto es, lo sacó de la nada. / Repasa en la Historia Sagrada la creación del mundo, la del hombre, el pecado de Adán y Eva y como Dios los arrojó del Paraíso. / Al ser arrojados del Paraíso, Adán y Eva se refugiaron en los bosques y en las cavernas para defenderse del frío, la lluvia y los animales. / Los descendientes de Adán y Eva se fueron extendiendo por el mundo y algunos de ellos llegaron también a España. / Les llamamos los hombres primitivos. Vivían casi como las fieras."
["Avanza", publicado también por la Compañía de Santa Teresa de Jesús, sin fecha, de la misma época que el anterior según se deduce de alguno de sus textos.]
En fin, paciencia. Y diligencia mental, que no se nos suban los humos a la cabeza, porque las reflexiones sobre el pasado sólo tienen utilidad cuando nos sirven para vivir mejor y con más sensatez el presente. Así que, ojo, no sea que las generaciones futuras se sorprendan (o se indignen, o se rían), de las contradicciones con las que ahora nosotros convivimos y que nos pasan desapercibidas (o que por comodidad nos esforzamos en ignorar). Dado que, en mayor o menor grado, esto pasará, esperemos al menos que los asuntos en cuestión no sean demasiado graves o esperpénticos.
Si observamos el pasado, que no sólo sea como curiosidad, que sea en primer lugar para aprender alguna cosa aplicable al presente, de manera que, aquí y ahora, consigamos ser más lúcidos y coherentes.
["Lección 14. Los Reyes Católicos" de la "Historia de España, Tercero y Cuarto Cursos". Compañía de Santa Teresa de Jesús. Hihil Obstat; El Censor, Dr. Cipriano Montserrat, Canónigo, Prelado Doméstico de S.S. Barcelona, 2 de agosto de 1958. Imprimatur; Gregorio, Arzobispo-Obispo de Barcelona. Por mandato de Su Excia. Rvdma. Dr. Alejandro Pech, Pbro., Canciller-Secretario."]
Todos los relatos históricos son subjetivos, pero asumida esta limitación, es también obvio que en el mejor de los casos hay distintos grados de aproximación a la realidad, y en el peor, en ocasiones la voluntad manifiesta y deshonesta de distorsionar sustancialmente o incluso negar rotundamente hechos ampliamente probados. Por ejemplo, es lo que ocurre con algunos presuntos historiadores que en la actualidad siguen empeñados en negar el programa y la praxis del nazismo orientados al exterminio de los judíos.
En el caso del texto reproducido, sorprende (o no) que tantos prelados y obispos que figuran junto al Nihil Obstat estuvieran de acuerdo en inculcar en las tiernas mentes infantiles de la época tamañas arbitrariedades y prejuicios.
Otro ejemplo: ahora nos desconcierta que hoy en día exista gente culta o presuntamente culta que defiende el creacionismo, pero es bueno recordar que aquí, a finales de los años cincuenta, durante el nacionalcatolicismo, en los libros de texto se podían leer párrafos como los siguientes:
"Dios creó el mundo, esto es, lo sacó de la nada. / Repasa en la Historia Sagrada la creación del mundo, la del hombre, el pecado de Adán y Eva y como Dios los arrojó del Paraíso. / Al ser arrojados del Paraíso, Adán y Eva se refugiaron en los bosques y en las cavernas para defenderse del frío, la lluvia y los animales. / Los descendientes de Adán y Eva se fueron extendiendo por el mundo y algunos de ellos llegaron también a España. / Les llamamos los hombres primitivos. Vivían casi como las fieras."
["Avanza", publicado también por la Compañía de Santa Teresa de Jesús, sin fecha, de la misma época que el anterior según se deduce de alguno de sus textos.]
En fin, paciencia. Y diligencia mental, que no se nos suban los humos a la cabeza, porque las reflexiones sobre el pasado sólo tienen utilidad cuando nos sirven para vivir mejor y con más sensatez el presente. Así que, ojo, no sea que las generaciones futuras se sorprendan (o se indignen, o se rían), de las contradicciones con las que ahora nosotros convivimos y que nos pasan desapercibidas (o que por comodidad nos esforzamos en ignorar). Dado que, en mayor o menor grado, esto pasará, esperemos al menos que los asuntos en cuestión no sean demasiado graves o esperpénticos.
Si observamos el pasado, que no sólo sea como curiosidad, que sea en primer lugar para aprender alguna cosa aplicable al presente, de manera que, aquí y ahora, consigamos ser más lúcidos y coherentes.
19 abril 2010
Comportarse fraternalmente
Una reflexión sencilla, podríase decir que doméstica, sobre el artículo 1 de la Declaración Universal: "Todos los seres humanos (...) deben comportarse fraternalmente los unos con los otros".
No recuerdo exactamente la historia, ni quién me la contó, o donde la lei o escuché, no sé si és de alguna persona conocida o no, sólo recuerdo que me cautivó, y que de vez en cuando me vuelve a la memoria:
"Por qué la gente se grita cuando está enojada? Si la otra persona esta a nuestro lado, ¿no es mejor hablarle sin gritar? Cuando dos personas estan enojadas, sus corazones se alejan. Y a causa de la distancia que se establece, creen que deben gritar para hacerse escuchar: cuanto más se enojan, más se alejan y más gritan. En cambio, cuando dos personas se quieren, sus corazones se acercan. Y hablan suavemente."
No recuerdo exactamente la historia, ni quién me la contó, o donde la lei o escuché, no sé si és de alguna persona conocida o no, sólo recuerdo que me cautivó, y que de vez en cuando me vuelve a la memoria:
"Por qué la gente se grita cuando está enojada? Si la otra persona esta a nuestro lado, ¿no es mejor hablarle sin gritar? Cuando dos personas estan enojadas, sus corazones se alejan. Y a causa de la distancia que se establece, creen que deben gritar para hacerse escuchar: cuanto más se enojan, más se alejan y más gritan. En cambio, cuando dos personas se quieren, sus corazones se acercan. Y hablan suavemente."
08 abril 2010
07 abril 2010
Consumismo y solidaridad
Adela es una mujer solidaria, sensible, comprometida con los suyos y con distintas causas sociales. Clara es su hija adolescente: ha crecido tanto bajo la influencia de Adela como de la sociedad que la rodea, hedonista, consumista, individualista.
Adela suele llevar con discreción las iniciativas sociales en las que se implica, tanto si se trata de dedicarles su tiempo como si son contribuciones de tipo económico. Sobre todo de las segundas no se atreve a hablar con Clara, ya que alguna vez que había mencionado el tema había notado que Clara no lo asimilaba nada bien. Clara, a pesar de tener todas las necesidades cubiertas, como tantas otras jóvenes de su generación y de su entorno parece que no está nunca satisfecha, arrastra una insatisfacción profunda que pretende ahogar con una actitud consumista. Un consumismo compulsivo que requiere dinero. Un dinero que a ella le parece que su madre tiene la obligación de facilitarle.
Adela también tiene sus inseguridades. En ocasiones tiene remordimientos, piensa que si ella hubiera sido capaz de transmitir una mayor seguridad a su hija ahora seguramente no sería tan vulnerable, sería una adolescente más segura de si misma, estaría más en paz consigo misma. No obstante, tiene claro que si algo puede corregir, si en algo puede ayudar a Clara, no es precisamente cediendo a sus demandas.
En una ocasión, cansada de las exigencias de su hija, de su insistencia reclamando dinero, tachándola de avariciosa por no querer dárselo, Adela le dice que no se considera en absoluto una mujer ejemplar, que le puede hechar en cara muchas cosas, porque defectos no le faltan, pero precisamente la avaricia no es una de sus características. Y con la mejor intención, con la finalidad de dar solidez a su afirmación, le pone un ejemplo, le cuenta que hace poco ha hecho una importante aportación económica a una organización dedicada a atender a las personas sin techo.
Clara estalla, de forma tan violenta que Adela se arrepiente de habérselo contado. Pensaba que al decírselo quizás la habría hecho reflexionar, pero sólo consigue desatar su ira. Y en posteriores ocasiones de demandas de dinero insatisfechas Clara saca a relucir el tema. Recuerda el caso con resentimiento, con rabia. Considera una injusticia flagrante el comportamiento de su madre.
El incidente no afecta las convicciones de Adela, cree que hace lo correcto y sigue actuando de la misma forma. Con tristeza, porque le cuesta sentirse cercana a Clara cuando le sale esta vena tan egoísta, cuando ve que su hija es incapaz de entender que sus frívolas necesidades son ridículas al lado de las necesidades vitales de tantas personas que viven sufriendo graves precariedades económicas.
Clara es una adolescente confundida, ansiosa, insegura. Con un poco de suerte es probable que cuando supere la adolescencia supere también sus miedos, sus dudas, y sea capaz de construirse ella misma como una persona productiva e independiente. No le faltan ni la energía ni la lucidez necesarias. Habrá que ver si entonces, con la madurez y la libertad de la autonomía conquistadas, también le aflorará la actitud solidaria que Adela ha intentado transmitirle. O si, siendo ya una persona autónoma, seguirá arrastrando toda la vida la actitud consumista y egoísta con la que la sociedad de consumo, aprovechándose de la vulnerabilidad de la adolescencia, la ha esclavizado. La actitud con la que la sociedad de consumo no sólo la ha esclavizado a ella, sino también a la mayoría de personas adultas que la rodean, y que le habrán servido también de referentes.
Adela suele llevar con discreción las iniciativas sociales en las que se implica, tanto si se trata de dedicarles su tiempo como si son contribuciones de tipo económico. Sobre todo de las segundas no se atreve a hablar con Clara, ya que alguna vez que había mencionado el tema había notado que Clara no lo asimilaba nada bien. Clara, a pesar de tener todas las necesidades cubiertas, como tantas otras jóvenes de su generación y de su entorno parece que no está nunca satisfecha, arrastra una insatisfacción profunda que pretende ahogar con una actitud consumista. Un consumismo compulsivo que requiere dinero. Un dinero que a ella le parece que su madre tiene la obligación de facilitarle.
Adela también tiene sus inseguridades. En ocasiones tiene remordimientos, piensa que si ella hubiera sido capaz de transmitir una mayor seguridad a su hija ahora seguramente no sería tan vulnerable, sería una adolescente más segura de si misma, estaría más en paz consigo misma. No obstante, tiene claro que si algo puede corregir, si en algo puede ayudar a Clara, no es precisamente cediendo a sus demandas.
En una ocasión, cansada de las exigencias de su hija, de su insistencia reclamando dinero, tachándola de avariciosa por no querer dárselo, Adela le dice que no se considera en absoluto una mujer ejemplar, que le puede hechar en cara muchas cosas, porque defectos no le faltan, pero precisamente la avaricia no es una de sus características. Y con la mejor intención, con la finalidad de dar solidez a su afirmación, le pone un ejemplo, le cuenta que hace poco ha hecho una importante aportación económica a una organización dedicada a atender a las personas sin techo.
Clara estalla, de forma tan violenta que Adela se arrepiente de habérselo contado. Pensaba que al decírselo quizás la habría hecho reflexionar, pero sólo consigue desatar su ira. Y en posteriores ocasiones de demandas de dinero insatisfechas Clara saca a relucir el tema. Recuerda el caso con resentimiento, con rabia. Considera una injusticia flagrante el comportamiento de su madre.
El incidente no afecta las convicciones de Adela, cree que hace lo correcto y sigue actuando de la misma forma. Con tristeza, porque le cuesta sentirse cercana a Clara cuando le sale esta vena tan egoísta, cuando ve que su hija es incapaz de entender que sus frívolas necesidades son ridículas al lado de las necesidades vitales de tantas personas que viven sufriendo graves precariedades económicas.
Clara es una adolescente confundida, ansiosa, insegura. Con un poco de suerte es probable que cuando supere la adolescencia supere también sus miedos, sus dudas, y sea capaz de construirse ella misma como una persona productiva e independiente. No le faltan ni la energía ni la lucidez necesarias. Habrá que ver si entonces, con la madurez y la libertad de la autonomía conquistadas, también le aflorará la actitud solidaria que Adela ha intentado transmitirle. O si, siendo ya una persona autónoma, seguirá arrastrando toda la vida la actitud consumista y egoísta con la que la sociedad de consumo, aprovechándose de la vulnerabilidad de la adolescencia, la ha esclavizado. La actitud con la que la sociedad de consumo no sólo la ha esclavizado a ella, sino también a la mayoría de personas adultas que la rodean, y que le habrán servido también de referentes.
02 abril 2010
Citas - Joseph Goebbels
"Nuestro punto de partida no es el individuo. No suscribimos la opinión de que se debe dar de comer al hambriento, de beber al sediento o vestir al desnudo. Nuestros objetivos son completamente diferentes: tener un pueblo sano para poder dominar en el mundo".
Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda de la Alemania nazi, durante una conferencia del partido nacionalsocialista (1938). Citado por Rafael Poch en "T4: Medicina para matar", La Vanguardia, 20-8-2009
Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda de la Alemania nazi, durante una conferencia del partido nacionalsocialista (1938). Citado por Rafael Poch en "T4: Medicina para matar", La Vanguardia, 20-8-2009
14 marzo 2010
Citas - Jesús Mosterín (ética y moral)
De la palabra latina mores (costumbres) procede nuestro término moral. El conjunto de las costumbres y normas de un grupo o una tribu constituye su moral. Cosa muy distinta es la ética, que es el análisis filosófico y racional de las morales. Mientras la moral puede ser provinciana, la ética siempre es universal. Desde un punto de vista ético, lo importante es determinar si una norma es justificable racionalmente o no; su procedencia tribal, nacional o religiosa es irrelevante. La justificación ética de una norma requiere la argumentación en función de principios generales formales, como la consistencia o la universalidad, o materiales, como la evitación del dolor innecesario. Desde luego, lo que no justifica éticamente nada es que algo sea tradicional.
Jesús Mosterín. La España negra y la tauromaquia. El País, 11-3-2010
Jesús Mosterín. La España negra y la tauromaquia. El País, 11-3-2010
14 febrero 2010
Una colombiana valiente
Defender los derechos humanos en algunos paises es una actividad de alto riesgo. Colombia es uno de ellos. Nancy Fiallo es una colombiana valiente, honesta, comprometida, incansable. Años de constante militancia denunciando los atentados contra los derechos humanos cometidos por los narcotraficantes, los paramilitares y el ejército le han servido para vivir hostigada de forma permanente, incluidas amenazas de muerte. De momento sigue viva: muchos otros defensores de los derechos humanos colombianos no pueden decir lo mismo.
Nancy ha estado en España, para alejarse una temporada de las amenazas a las que se veía sometida en su país. Durante su estancia, ha dedicado su tiempo a denunciar la difícil situación de los defensores de los derechos humanos colombianos. Su actividad divulgativa ha incluido charlas en centros de enseñanza. A Nancy no le resulta difícil conectar con los adolescentes. Domina la oratoria, es amena y, sobre todo, habla de temas muy cercanos a los jóvenes. El vínculo que establece entre la realidad colombiana y el mundo de los adolescentes que la escuchan es el de las drogas.
Nancy sabe las cosas por propia experiencia y las sabe transmitir con claridad a su auditorio. Explica que cada vez que alguien aquí consume cocaína está contribuyendo a alimentar la violencia en Colombia, una violencia que no sólo afecta a las personas implicadas directamente en el tráfico de cocaína sino a amplios sectores de la población civil, cuya desgracia es vivir en las mismas zonas en las que desarrollan sus actividades los narcotraficantes, los paramilitares, el ejército. Una población civil siempre expuesta a la brutalidad de unos y otros, utilizada como rehén o cómplice forzada, a la que no se le concede el derecho a la neutralidad, el derecho a vivir en paz.
Nancy insiste ante su joven auditorio: "Recuerden que cada vez que aquí consumen cocaína estan alimentando la espiral de violencia en Colombia, están contribuyendo a la muerte de personas inocentes colombianas". Su testimonio deja huella, las charlas suelen prolongarse más de lo previsto, a causa del interés de los jóvenes que la escuchan, ávidos de conocer más y más de una realidad que ignoraban.
Conocí a Nancy de casualidad. Me emocionó su integridad, su valor. Y me impacto también, y le agradecí, su contribución a la sensibilización de los muchachos y muchachas que aquí han tenido la suerte de poderla escuchar y conocer este aspecto asociado al consumo de la cocaína: no destruye sólo a quién la consume, también destruye, a miles de kilómetros de distancia, las vidas de personas inocentes que lo único que anhelan es vivir en paz.
Nancy ha estado en España, para alejarse una temporada de las amenazas a las que se veía sometida en su país. Durante su estancia, ha dedicado su tiempo a denunciar la difícil situación de los defensores de los derechos humanos colombianos. Su actividad divulgativa ha incluido charlas en centros de enseñanza. A Nancy no le resulta difícil conectar con los adolescentes. Domina la oratoria, es amena y, sobre todo, habla de temas muy cercanos a los jóvenes. El vínculo que establece entre la realidad colombiana y el mundo de los adolescentes que la escuchan es el de las drogas.
Nancy sabe las cosas por propia experiencia y las sabe transmitir con claridad a su auditorio. Explica que cada vez que alguien aquí consume cocaína está contribuyendo a alimentar la violencia en Colombia, una violencia que no sólo afecta a las personas implicadas directamente en el tráfico de cocaína sino a amplios sectores de la población civil, cuya desgracia es vivir en las mismas zonas en las que desarrollan sus actividades los narcotraficantes, los paramilitares, el ejército. Una población civil siempre expuesta a la brutalidad de unos y otros, utilizada como rehén o cómplice forzada, a la que no se le concede el derecho a la neutralidad, el derecho a vivir en paz.
Nancy insiste ante su joven auditorio: "Recuerden que cada vez que aquí consumen cocaína estan alimentando la espiral de violencia en Colombia, están contribuyendo a la muerte de personas inocentes colombianas". Su testimonio deja huella, las charlas suelen prolongarse más de lo previsto, a causa del interés de los jóvenes que la escuchan, ávidos de conocer más y más de una realidad que ignoraban.
Conocí a Nancy de casualidad. Me emocionó su integridad, su valor. Y me impacto también, y le agradecí, su contribución a la sensibilización de los muchachos y muchachas que aquí han tenido la suerte de poderla escuchar y conocer este aspecto asociado al consumo de la cocaína: no destruye sólo a quién la consume, también destruye, a miles de kilómetros de distancia, las vidas de personas inocentes que lo único que anhelan es vivir en paz.
10 febrero 2010
07 febrero 2010
Citas - Eduardo Galeano (emancipación de los esclavos)
"En estos días, la prensa ha difundido reseñas históricas. Se supone que ayudan a entender lo que ocurre. En casi todos los casos, nos cuentan que Haití fue el segundo país libre de las Américas, porque había seguido el ejemplo de la independencia de Estados Unidos. La verdad es que no fue el segundo. Fue el primero, el primer país de veras libre, libre de la opresión colonial, sí, pero también libre de la esclavitud. Y fue el primero, precisamente, porque no siguió el ejemplo de Estados Unidos: Haití fue un país sin esclavos sesenta años antes que Estados Unidos, cuya primera Constitución estableció que un negro equivalía a las tres quintas partes de una persona. Y Haití nació, por eso, condenado a la soledad. Haití difundía, con su solo ejemplo, una peste contagiosa. Ningún otro país reconoció su existencia. Todos le dieron la espalda. Ni siquiera Simón Bolívar, cuando gobernó la Gran Colombia, pudo recordar que a los haitianos debía su gloria, porque ellos le habían dado naves, armas y soldados, cuando él estaba vencido, con la sola condición de que liberara a los esclavos."
Eduardo Galeano. "Las otras réplicas". El País Semanal, 7-2-2010
Eduardo Galeano. "Las otras réplicas". El País Semanal, 7-2-2010
Citas - Jacinto Antón (oposición interna al nazismo)
"A menudo se olvida que los alemanes no fueron sólo los que auparon a Hitler, libraron su guerra de aniquilación y encendieron sus hornos. También fueron, algunos de ellos, los primeros en sufrirlo, en jugarse la vida oponiéndose al nazismo, mientras el resto del mundo contemporizaba o miraba hacia otro lado. Esos alemanes justos, una minoría más amplia de lo que generalmente se cree, eran suficientes para llenar ya antes de la guerra los campos de concentración y las celdas de la Gestapo; y para dar trabajo, y mucho, al verdugo. En diferentes grados, de la resistencia pasiva a la conspiración para matar a Hitler, lucharon esos otros alemanes a lo largo de 12 años una guerra solitaria, sin ayuda exterior, ante un enemigo despiadado, una sociedad entregada y delatora y el aparato policial más terrible y mejor organizado del mundo. (...) Las razones de que se les ignore tienen que ver con la propia memoria alemana tras la guerra: si has sido débil o infame es mejor que lo hayan sido todos, queda más repartido. Y también con la visión que a los Aliados les interesó mostrar de los alemanes: era mejor para combatirlos y someterlos verlos como una nación homogénea en la brutalización; así que los vencedores determinaron que no hubo una resistencia alemana digna de tal nombre."
Jacinto Antón. "Dijeron no a la esvástica". El País, 7-2-2010
Jacinto Antón. "Dijeron no a la esvástica". El País, 7-2-2010
04 febrero 2010
Derecho a la alimentación y solidaridad
"Termínate el plato, piensa que en el mundo hay muchos niños que pasan hambre". El destinatario de estas palabras puede ser un niño caprichoso con las comidas. O un niño saciado. Tanto al primero como al segundo, la admonición y la insistencia para que se termine la comida del plato lo más probable es que no le reporten ningún beneficio, ni educativo ni alimentario. ¿Van a combatir las hambrunas comiendo? ¿Saciándose, incluso quizás indigestándose, van a aliviar el hambre que padecen millones de personas? ¿O de lo que se trata es de que tengan conciencia "de clase", del hecho de pertenecer al grupo afortunado de los que no pasan hambre...? ¿Y en este caso, con qué objetivo?
No obstante, sí que existe una relación entre el plato sin terminar y el hambre que padecen muchas personas. Y si no existe, se puede establecer con facilidad (sólo hay que proponérselo), de forma que el razonamiento sea comprensible no sólo para un niño, sino también para un adulto.
Imaginemos una persona que come con moderación. Cuando está saciada, si ha sobrado comida la guarda para la siguiente ocasión, evitando que se estropee y que vaya al cubo de la basura. De esta forma esta persona consigue que su gasto alimentario sea notoriamente menor, por ejemplo, que el de una persona caprichosa y despreocupada con la alimentación, a la que no le importa que haya comida que vaya a parar a la basura porque no le apetece, o porque se ha estropeado por falta de cuidado. O que la engulle toda, provocándose indigestiones (o incluso graves enfermedades) a causa de sus excesos.
¿La persona moderada y cuidadosa está haciendo algo para paliar el hambre del mundo? Pues de momento no. Pero puede dar otro paso. Si alimentándose de forma responsable y frugal requiere una menor inversión económica que la de quién se comporta con los alimentos de forma caprichosa, se puede plantear qué hacer con este dinero "ahorrado". Y entonces sí, puede contribuir a paliar las necesidades ajenas, haciendo llegar los recursos preservados a las personas necesitadas, canalizándolos por ejemplo a través de alguna organización solidaria.
A un niño al que no le apetece terminarse un plato no hay que insistirle: se le puede invitar a guardarlo en la nevera, para que se lo coma en la siguiente comida, haciéndole reflexionar sobre los recursos que se pueden liberar con un consumo más responsable. Poniéndole al mismo tiempo ejemplos de iniciativas reales a través de las cuales "los niños que pasan hambre" se pueden beneficiar de un comportamiento más consciente y solidario por parte de las personas que tienen la suerte de no padecer estrecheces.
El primer artículo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos nos recuerda la necesidad de que todos los seres humanos "nos comportemos fraternalmente los unos con los otros". El asunto está en que las grandes declaraciones se concreten en actitudes y acciones. La alimentación responsable y solidaria es sólo un ejemplo (habría que añadir la necesidad de escolarización, salud, abrigo, vivienda...).
Otra ventaja de vivir con mayor coherencia situaciones cotidianas como la descrita es que nos legitimiza como individuos para reclamar con más rigor algo también absolutamente imprescindible: que los grandes actores del circo económico y político mundial tomen las medidas oportunas para que se solucionen las hambrunas que padecen extensas regiones del planeta. Porque lo que ya sabemos es que alimentos no faltan, lo que falta es la voluntad de repartirlos. Es decir, la "fraternidad" que se menciona en el primer artículo de la Declaración Universal.
Como resulta que "sólo se educa con el ejemplo", cada cual puede sacar sus propias conclusiones, en función de los roles o responsabilidades familiares o sociales que sean de su incumbencia.
No obstante, sí que existe una relación entre el plato sin terminar y el hambre que padecen muchas personas. Y si no existe, se puede establecer con facilidad (sólo hay que proponérselo), de forma que el razonamiento sea comprensible no sólo para un niño, sino también para un adulto.
Imaginemos una persona que come con moderación. Cuando está saciada, si ha sobrado comida la guarda para la siguiente ocasión, evitando que se estropee y que vaya al cubo de la basura. De esta forma esta persona consigue que su gasto alimentario sea notoriamente menor, por ejemplo, que el de una persona caprichosa y despreocupada con la alimentación, a la que no le importa que haya comida que vaya a parar a la basura porque no le apetece, o porque se ha estropeado por falta de cuidado. O que la engulle toda, provocándose indigestiones (o incluso graves enfermedades) a causa de sus excesos.
¿La persona moderada y cuidadosa está haciendo algo para paliar el hambre del mundo? Pues de momento no. Pero puede dar otro paso. Si alimentándose de forma responsable y frugal requiere una menor inversión económica que la de quién se comporta con los alimentos de forma caprichosa, se puede plantear qué hacer con este dinero "ahorrado". Y entonces sí, puede contribuir a paliar las necesidades ajenas, haciendo llegar los recursos preservados a las personas necesitadas, canalizándolos por ejemplo a través de alguna organización solidaria.
A un niño al que no le apetece terminarse un plato no hay que insistirle: se le puede invitar a guardarlo en la nevera, para que se lo coma en la siguiente comida, haciéndole reflexionar sobre los recursos que se pueden liberar con un consumo más responsable. Poniéndole al mismo tiempo ejemplos de iniciativas reales a través de las cuales "los niños que pasan hambre" se pueden beneficiar de un comportamiento más consciente y solidario por parte de las personas que tienen la suerte de no padecer estrecheces.
El primer artículo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos nos recuerda la necesidad de que todos los seres humanos "nos comportemos fraternalmente los unos con los otros". El asunto está en que las grandes declaraciones se concreten en actitudes y acciones. La alimentación responsable y solidaria es sólo un ejemplo (habría que añadir la necesidad de escolarización, salud, abrigo, vivienda...).
Otra ventaja de vivir con mayor coherencia situaciones cotidianas como la descrita es que nos legitimiza como individuos para reclamar con más rigor algo también absolutamente imprescindible: que los grandes actores del circo económico y político mundial tomen las medidas oportunas para que se solucionen las hambrunas que padecen extensas regiones del planeta. Porque lo que ya sabemos es que alimentos no faltan, lo que falta es la voluntad de repartirlos. Es decir, la "fraternidad" que se menciona en el primer artículo de la Declaración Universal.
Como resulta que "sólo se educa con el ejemplo", cada cual puede sacar sus propias conclusiones, en función de los roles o responsabilidades familiares o sociales que sean de su incumbencia.
29 enero 2010
Citas - Juan José Millás (seres sensibles y sufrimiento)
"Los toros, pueden gustar o no gustar, claro, cada uno es cada uno. Pero sería estimulante que los aficionados a esa expresión cultural hicieran una crítica del gusto. (...) Parece evidente que al toro de lidia se le maltrata. ¿Que a usted le gusta? Nos parece muy bien, no lo vamos a censurar. Pero hombre, hombre, reconozca que las banderillas, las puyas, el estoque y demás instrumentos quirúrgicos hacen daño. (...) Todo eso está muy bien y si a uno le gusta le gusta. Pero hay tortura, hay maltrato, hay vilipendio. ¿Por qué a los taurinos, muchos de ellos intelectuales de pro, les cuesta tanto admitir esta verdad palmaria?"
Juan José Millás. Verdad palmaria. El País, 29-1-2010
Juan José Millás. Verdad palmaria. El País, 29-1-2010
25 enero 2010
20 enero 2010
19 enero 2010
Citas - Rosa Montero (Así va la Iglesia)
"Cuando Lisboa fue destruida por un terremoto en 1755, la Iglesia católica dictaminó que era un justo castigo de Dios (...). Han pasado 250 años de aquello, pero la Iglesia sigue diciendo cosas igual de insensatas e insensibles. Las crudas palabras del obispo Munilla (que la pobreza espiritual de España es un mal mayor que la tragedia de Haití) también han provocado un sonoro escándalo. (...) Así va la Iglesia: matando ella sola a Dios con sus torpezas."
Rosa Montero. El País, 19-1-2010
Rosa Montero. El País, 19-1-2010
14 enero 2010
13 enero 2010
Citas - Leopoldo Abadía (derechos y deberes)
"La idea que propongo es la de la revolución civil, que consiste en que nos enteremos de una cosa: que somos responsables de lo que pasa. (...) Es la hora de los sensatos, y o los sensatos se enteran de que hay más obligaciones que derechos… O no son sensatos. (...) No hay que preguntarse qué me depara el 2010, sino qué le deparo yo al año 2010. Ya hemos dicho que está todo muy mal ¿Seguimos diciéndolo un par de años más o intentamos hacer algo?"
Leopoldo Abadía. La Vanguardia, 13-1-2010
Leopoldo Abadía. La Vanguardia, 13-1-2010
Citas - Ramin Jahanbegloo (derechos humanos)
"Al aceptar el Premio Nobel de la Paz, el doctor Martin Luther King Jr. proclamó una 'fe audaz' en que 'en todas partes la gente pueda tener tres comidas al día para su cuerpo, educación y cultura para su mente y dignidad, igualdad y libertad para su espíritu'. Tanto si somos religiosos como laicos, tanto si somos hindúes como budistas, cristianos, judíos o musulmanes, adoptar esa 'fe audaz' en los derechos humanos nos ayuda a enfrentarnos a las difíciles decisiones éticas que han de tomarse en nuestro tiempo."
Ramin Jahanbegloo. Derechos humanos y diálogo transcultural. El País, 13-1-2010
Ramin Jahanbegloo. Derechos humanos y diálogo transcultural. El País, 13-1-2010
10 enero 2010
Citas - Xavier Guix (las cosas son como somos)
"Es cierto que, lo observe o no, ahí fuera existe un mundo de leyes físicas y de fenómenos intangibles que capto a través de mis sentidos. Pero también es cierto que quien enseña a los sentidos es el observador, es ese Yo que decide y que piensa y siente sobre todo lo que le sucede. Por eso las cosas no son como son, sino como somos."
Xavier Guix. "Cómo cambiar nuestra realidad", El País Semanal, 10-1-2010
Xavier Guix. "Cómo cambiar nuestra realidad", El País Semanal, 10-1-2010
Percepciones, opiniones y convivencia
Si un día compartimos con alguien el momento de la salida del sol sin duda coincidiremos en que el sol está efectivamente saliendo, en que es rojo y redondo y en que sigue un movimiento ascendente.
Si la misma escena la evocamos posteriormente, e intentamos hacer una descripción detallada de los colores del horizonte, de la duración del tránsito del rojo al blanco deslumbrante, del aire que soplaba, la temperatura que hacía, los olores de la mañana, etc., es muy posible que las descripciones, sobre todo cuanto más detalladas sean, no coincidan plenamente, o que con relación a algún aspecto sean incluso contradictorias.
Nuestros sentidos son sólo relativamente fiables, y además las informaciones presuntamente objetivas que nos proporcionan se concretan en nuestra mente condicionadas por el historial emocional de cada cual, lo que todavía complica más el intento de llegar a una coincidencia absoluta acerca de un hecho determinado. Todos estamos sujetos a estas limitaciones, también las personas presuntamente más racionales, emocionalmente equilibradas, observadoras y objetivas.
La percepción de la realidad no es uniforme. En tanto que construcción que realiza la mente a partir de la información captada por los distintos sentidos, en cada uno de nosotros se concreta de formas distintas, parecidas pero no del todo coincidentes. No obstante, a pesar de todas estas limitaciones, en general somos capaces de llegar a consensos y compartir con la gente que nos rodea conceptos, ideas, visiones del mundo en el que vivimos. Por un lado tenemos unas limitaciones perceptivas y por otro la capacidad de relativizarlas. Así, nuestras limitaciones no nos impiden organizar sociedades complejas, con sus múltiples relaciones personales y colectivas, tejidas a base de distintas expectativas, actos, normas, compromisos... Y cuando surgen discrepancias, disponemos de distintos niveles y estrategias de resolución de conflictos, que en los casos más severos se dirimen en el ámbito judicial.
Toda esta larga exposición viene motivada por la necesidad de poner de manifiesto el peligro que representa para cualquier proyecto de convivencia no albergar la más mínima duda acerca de las propias opiniones o percepciones de la realidad. Cuando esta postura es mayoritaria entre los miembros de una sociedad, se hace muy difícil la convivencia, ya que esta seguridad impide reconocer tanto las limitaciones de los propios juicios y apreciaciones como la parte de verdad y razón de los juicios ajenos.
Tener la absoluta seguridad de algo es racionalmente poco sensato y estratégicamente poco constructivo. Opinar sin dudar, además de poco inteligente, es una medida infalible para dinamitar cualquier relación de convivencia, ya sea personal, grupal o entre naciones.
Si la misma escena la evocamos posteriormente, e intentamos hacer una descripción detallada de los colores del horizonte, de la duración del tránsito del rojo al blanco deslumbrante, del aire que soplaba, la temperatura que hacía, los olores de la mañana, etc., es muy posible que las descripciones, sobre todo cuanto más detalladas sean, no coincidan plenamente, o que con relación a algún aspecto sean incluso contradictorias.
Nuestros sentidos son sólo relativamente fiables, y además las informaciones presuntamente objetivas que nos proporcionan se concretan en nuestra mente condicionadas por el historial emocional de cada cual, lo que todavía complica más el intento de llegar a una coincidencia absoluta acerca de un hecho determinado. Todos estamos sujetos a estas limitaciones, también las personas presuntamente más racionales, emocionalmente equilibradas, observadoras y objetivas.
La percepción de la realidad no es uniforme. En tanto que construcción que realiza la mente a partir de la información captada por los distintos sentidos, en cada uno de nosotros se concreta de formas distintas, parecidas pero no del todo coincidentes. No obstante, a pesar de todas estas limitaciones, en general somos capaces de llegar a consensos y compartir con la gente que nos rodea conceptos, ideas, visiones del mundo en el que vivimos. Por un lado tenemos unas limitaciones perceptivas y por otro la capacidad de relativizarlas. Así, nuestras limitaciones no nos impiden organizar sociedades complejas, con sus múltiples relaciones personales y colectivas, tejidas a base de distintas expectativas, actos, normas, compromisos... Y cuando surgen discrepancias, disponemos de distintos niveles y estrategias de resolución de conflictos, que en los casos más severos se dirimen en el ámbito judicial.
Toda esta larga exposición viene motivada por la necesidad de poner de manifiesto el peligro que representa para cualquier proyecto de convivencia no albergar la más mínima duda acerca de las propias opiniones o percepciones de la realidad. Cuando esta postura es mayoritaria entre los miembros de una sociedad, se hace muy difícil la convivencia, ya que esta seguridad impide reconocer tanto las limitaciones de los propios juicios y apreciaciones como la parte de verdad y razón de los juicios ajenos.
Tener la absoluta seguridad de algo es racionalmente poco sensato y estratégicamente poco constructivo. Opinar sin dudar, además de poco inteligente, es una medida infalible para dinamitar cualquier relación de convivencia, ya sea personal, grupal o entre naciones.
06 enero 2010
Juicios justos - 3
No es fácil, el oficio de juez, y dada su propia naturaleza seguramente es imposible ejercerlo sin incurrir en alguna ocasión en algún error. La administración de justicia es compleja. Minimizar los errores añadiendo a los procedimientos judiciales las medidas y las garantías adecuadas no es suficiente. Hay que derogar también aquellas leyes cuya aplicación implique la violación de forma irreversible de derechos fundamentales, como el derecho a la vida en el caso de la pena de muerte.
La vida es una aventura en la que todos representamos en un momento u otro tanto el papel de jueces como el de sujetos juzgados. Como en el caso de la pena de muerte, en la vida cotidiana es habitual que en ocasiones se nos presente el dilema de intentar resolver un contencioso con una valoración o sentencia desproporcionada, irreversible, moralmente cuestionable teniendo en cuenta las características de la situación, de una envergadura que no justifica decisiones tan trascendentes. En ocasiones tendemos a la desmesura, y a menudo ni nos damos cuenta de nuestras exageraciones.
Vivir es inseparable del hecho de valorar y juzgar. Y de prejuzgar: una dosis de prejuicios (de juicios previos) es imprescindible. De entrada los prejuicios nos sirven para sobrevivir biológicamente: cualquier animal los tiene, ya que si no los tuviera no tendría la más mínima posibilidad de alimentarse, reproducirse y perdurar como especie. Pero los prejuicios también nos sirven para afrontar las interacciones o situaciones sociales más cotidianas sin paralizarnos. Muchas automatizaciones de nuestro comportamiento sirven para facilitarnos la vida en sociedad, haciéndonos la existencia diaria más sencilla. Por ejemplo, cuando prejuzgamos que el conductor que avanza en dirección contraria por el otro carril de la carretera se va a mantener en su carril, sin invadir el nuestro, actuamos según un prejuicio, damos por supuesto que se comportará de esta forma. Por suerte, ya que el prejuicio nos evita tenernos que meter en la cuneta precipitadamente, por precaución, cada vez que se acerca un vehículo en dirección contraria. La experiencia nos dice que, en estas circunstancias, "en la mayoría de los casos" (claro, a veces falla, y pasa lo que pasa...) va a ocurrir tal como hemos prejuzgado inconscientemente.
Humanizarse es aprender a andar por la vida conviviendo entre la necesidad de juzgar y la necesidad de no prejuzgar. Por esto en ocasiones es tan difícil, ejercer de ser humano.
La vida es una aventura en la que todos representamos en un momento u otro tanto el papel de jueces como el de sujetos juzgados. Como en el caso de la pena de muerte, en la vida cotidiana es habitual que en ocasiones se nos presente el dilema de intentar resolver un contencioso con una valoración o sentencia desproporcionada, irreversible, moralmente cuestionable teniendo en cuenta las características de la situación, de una envergadura que no justifica decisiones tan trascendentes. En ocasiones tendemos a la desmesura, y a menudo ni nos damos cuenta de nuestras exageraciones.
Vivir es inseparable del hecho de valorar y juzgar. Y de prejuzgar: una dosis de prejuicios (de juicios previos) es imprescindible. De entrada los prejuicios nos sirven para sobrevivir biológicamente: cualquier animal los tiene, ya que si no los tuviera no tendría la más mínima posibilidad de alimentarse, reproducirse y perdurar como especie. Pero los prejuicios también nos sirven para afrontar las interacciones o situaciones sociales más cotidianas sin paralizarnos. Muchas automatizaciones de nuestro comportamiento sirven para facilitarnos la vida en sociedad, haciéndonos la existencia diaria más sencilla. Por ejemplo, cuando prejuzgamos que el conductor que avanza en dirección contraria por el otro carril de la carretera se va a mantener en su carril, sin invadir el nuestro, actuamos según un prejuicio, damos por supuesto que se comportará de esta forma. Por suerte, ya que el prejuicio nos evita tenernos que meter en la cuneta precipitadamente, por precaución, cada vez que se acerca un vehículo en dirección contraria. La experiencia nos dice que, en estas circunstancias, "en la mayoría de los casos" (claro, a veces falla, y pasa lo que pasa...) va a ocurrir tal como hemos prejuzgado inconscientemente.
Humanizarse es aprender a andar por la vida conviviendo entre la necesidad de juzgar y la necesidad de no prejuzgar. Por esto en ocasiones es tan difícil, ejercer de ser humano.
05 enero 2010
Juicios justos - 2 (pena de muerte)
Vivimos encerrados dentro de un cerebro que, a partir de los estímulos que le llegan de los sentidos, crea una representación de la realidad exterior. La representación resultante está condicionada tanto por las limitaciones de los sentidos al recibir los estímulos del mundo que nos rodea como por la interpretación que de la información recibida hace el mismo cerebro, condicionado por todas las informaciones y las emociones almacenadas previamente.
No obstante, a pesar de tantas limitaciones en ocasiones somos capaces de afirmar sin el menor atisbo de duda las circunstancias exactas en las que ha ocurrido un determinado suceso, quizás con la misma contundencia con la que otro observador hace un relato, parcialmente o totalmente distinto, de los mismos hechos.
Esta doble constatación, el proceso de recreación del mundo exterior dentro de nuestro cerebro a partir de los estímulos recibidos y la eventual falta de concordancia en las apreciaciones de un mismo suceso por parte de distintas personas, debería invitarnos a la prudencia cuando del hecho que se pretende dirimir pueden derivarse consecuencias extremadamente graves o del todo irreversibles para alguna persona.
Por ejemplo, dentro del ámbito judicial y penal, y como caso más extremo, las sentencias de muerte en los países en los que dicha pena existe.
No obstante, a pesar de tantas limitaciones en ocasiones somos capaces de afirmar sin el menor atisbo de duda las circunstancias exactas en las que ha ocurrido un determinado suceso, quizás con la misma contundencia con la que otro observador hace un relato, parcialmente o totalmente distinto, de los mismos hechos.
Esta doble constatación, el proceso de recreación del mundo exterior dentro de nuestro cerebro a partir de los estímulos recibidos y la eventual falta de concordancia en las apreciaciones de un mismo suceso por parte de distintas personas, debería invitarnos a la prudencia cuando del hecho que se pretende dirimir pueden derivarse consecuencias extremadamente graves o del todo irreversibles para alguna persona.
Por ejemplo, dentro del ámbito judicial y penal, y como caso más extremo, las sentencias de muerte en los países en los que dicha pena existe.
Juicios justos - 2 (pena de muerte)
Vivimos encerrados dentro de un cerebro que, a partir de los estímulos que le llegan de los sentidos, crea una representación de la realidad exterior. La representación resultante está condicionada tanto por las limitaciones de los sentidos al recibir los estímulos del mundo que nos rodea como por la interpretación que de la información recibida hace el mismo cerebro, condicionado por todas las informaciones y las emociones almacenadas previamente.
No obstante, a pesar de tantas limitaciones en ocasiones somos capaces de afirmar sin el menor atisbo de duda las circunstancias exactas en las que ha ocurrido un determinado suceso, quizás con la misma contundencia con la que otro observador hace un relato, parcialmente o totalmente distinto, de los mismos hechos.
Esta doble constatación, el proceso de recreación del mundo exterior dentro de nuestro cerebro a partir de los estímulos recibidos y la eventual falta de concordancia en las apreciaciones de un mismo suceso por parte de distintas personas, debería invitarnos a la prudencia cuando del hecho que se pretende dirimir pueden derivarse consecuencias extremadamente graves o del todo irreversibles para alguna persona.
Por ejemplo, dentro del ámbito judicial y penal, y como caso más extremo, las sentencias de muerte en los países en los que dicha pena existe.
No obstante, a pesar de tantas limitaciones en ocasiones somos capaces de afirmar sin el menor atisbo de duda las circunstancias exactas en las que ha ocurrido un determinado suceso, quizás con la misma contundencia con la que otro observador hace un relato, parcialmente o totalmente distinto, de los mismos hechos.
Esta doble constatación, el proceso de recreación del mundo exterior dentro de nuestro cerebro a partir de los estímulos recibidos y la eventual falta de concordancia en las apreciaciones de un mismo suceso por parte de distintas personas, debería invitarnos a la prudencia cuando del hecho que se pretende dirimir pueden derivarse consecuencias extremadamente graves o del todo irreversibles para alguna persona.
Por ejemplo, dentro del ámbito judicial y penal, y como caso más extremo, las sentencias de muerte en los países en los que dicha pena existe.
03 enero 2010
02 enero 2010
Arte y barbarie - 3
Que el arte es neutral es mentira. El arte es algo que generan las personas, no es nada sobrenatural, y la neutralidad es un concepto abstracto, en la realidad no existe. Especialmente cuando hay un conflicto, es imposible una presunta neutralidad que no incida sobre el conflicto, es imposible quedarse al margen, pretender que las propias acciones u omisiones, incluida la total automarginación, no tengan ninguna influencia sobre el contencioso en cuestión: se hable o se calle, se actúe o no, tanto la acción como la inhibición inciden de alguna forma sobre el conflicto y contribuyen a configurar su curso. Y por mucho que algunas personas se empeñen en defender lo contrario, el mundo del arte no es ninguna excepción a esta norma general.
Durante la dictadura franquista española hubo artistas que fueron represaliados físicamente o condenados al ostracismo total a causa de sus ideas. Hubo otros que, con sus obras y con sus actitudes, en aquel ambiente de represión asfixiante intentaron mantener vivo el anhelo de libertad, procurando guardar un difícil equilibrio entre lo que se podía decir y lo que se sabía que acarrearía la censura o represalias mayores. Finalmente hubo aquellos que, con entusiasmo sincero o calculado interés (o ambas cosa al mismo tiempo), medraron satisfechos, compadrearon con por el poder y fueron promocionados y ensalzados por él, en la medida que con sus obras o con sus actuaciones contribuían a distraer a la población y, con la distracción, a normaliza la situación y consolidar la dictadura.
Ejemplos parecidos hay a montones, de todas las latitudes y épocas históricas.
Durante la dictadura franquista española hubo artistas que fueron represaliados físicamente o condenados al ostracismo total a causa de sus ideas. Hubo otros que, con sus obras y con sus actitudes, en aquel ambiente de represión asfixiante intentaron mantener vivo el anhelo de libertad, procurando guardar un difícil equilibrio entre lo que se podía decir y lo que se sabía que acarrearía la censura o represalias mayores. Finalmente hubo aquellos que, con entusiasmo sincero o calculado interés (o ambas cosa al mismo tiempo), medraron satisfechos, compadrearon con por el poder y fueron promocionados y ensalzados por él, en la medida que con sus obras o con sus actuaciones contribuían a distraer a la población y, con la distracción, a normaliza la situación y consolidar la dictadura.
Ejemplos parecidos hay a montones, de todas las latitudes y épocas históricas.
01 enero 2010
Arte y barbarie - 2
Durante la Guerra Civil española, en algunas checas republicanas se pintaron las paredes de las celdas con dibujos geométricos inspirados en obras de Kandinsky o de otros pintores abstractos. Estas pinturas se utilizaban como una forma de tortura, con el objetivo de marear y obsesionar a los detenidos, quebrantar su resistencia y así conseguir que acabaran hablando. Recientemente, desde los atentados del 11 de septiembre de 2001, el ejército de los democráticos Estados Unidos ha estado utilizando la música como instrumento de tortura en las distintas cárceles destinadas a los presos islamistas.
Al ritmo de la música clásica el nazismo militarizó la sociedad alemana, asoló Europa y construyó campos de exterminio. El grado de refinamiento artístico de los dirigentes del nacionalsocialismo alemán y de la sociedad alemana en general, amante de la música, la literatura, el cine, el teatro, la pintura, fue compatible con la brutal política belicista, racista y genocida que el nazismo llevó a cabo.
Los regímenes dictatoriales de distintas épocas y latitudes, de distintas ideologías, han utilizado las artes (históricamente la música y la pintura, más recientemente también el cine y todas las manifestaciones relacionadas con el mundo audiovisual y virtual), como forma sistemática de alienación y adoctrinamiento de la población. Una labor llevada a cabo con la contribución de los artistas simpatizantes con el régimen, o de aquellos que, sin simpatizar, no se han atrevido a negar el concurso de sus habilidades.
La connivencia de algunos artistas con el poder viene de antiguo (otros han pagado su desafección con el ostracismo, el destierro o la vida ). Se ha dado siempre, porque todos los déspotas y todos los tiranos han tenido sus admiradores y sus aduladores, como en el caso de Falaris, hace 2.500 años, al que el escultor Perilao regaló un toro de bronce hueco, para que lo utilizara para cocer a fuego lento en su interior a sus enemigos.
Dice el refranero que "La música amansa las fieras"... pero también sirve para enardecer los ejércitos, o cualquier tipo de horda bárbara urbana o rural. También dice el refranero que "El arte refina el espíritu"... pero en ocasiones el espíritu que se refina es el espíritu de personas sádicas y psicópatas, de gente que desprecia el respeto de las libertades ajenas y que no se inmuta, al contrario, incluso goza, con el dolor de sus semejantes.
El arte y la cultura no siempre van de la mano con el respeto de los derechos humanos. Un alto grado de evolución y sofisticación social y artística no es garantía de un mayor respeto de estos derechos. Y desde este punto de vista, el de los derechos humanos, siempre hay que estar alerta sobre la utilización que se hace del arte, sobre aquello que se entiende por cultura, sobre cuales son los valores en los que se asienta una sociedad.
Al ritmo de la música clásica el nazismo militarizó la sociedad alemana, asoló Europa y construyó campos de exterminio. El grado de refinamiento artístico de los dirigentes del nacionalsocialismo alemán y de la sociedad alemana en general, amante de la música, la literatura, el cine, el teatro, la pintura, fue compatible con la brutal política belicista, racista y genocida que el nazismo llevó a cabo.
Los regímenes dictatoriales de distintas épocas y latitudes, de distintas ideologías, han utilizado las artes (históricamente la música y la pintura, más recientemente también el cine y todas las manifestaciones relacionadas con el mundo audiovisual y virtual), como forma sistemática de alienación y adoctrinamiento de la población. Una labor llevada a cabo con la contribución de los artistas simpatizantes con el régimen, o de aquellos que, sin simpatizar, no se han atrevido a negar el concurso de sus habilidades.
La connivencia de algunos artistas con el poder viene de antiguo (otros han pagado su desafección con el ostracismo, el destierro o la vida ). Se ha dado siempre, porque todos los déspotas y todos los tiranos han tenido sus admiradores y sus aduladores, como en el caso de Falaris, hace 2.500 años, al que el escultor Perilao regaló un toro de bronce hueco, para que lo utilizara para cocer a fuego lento en su interior a sus enemigos.
Dice el refranero que "La música amansa las fieras"... pero también sirve para enardecer los ejércitos, o cualquier tipo de horda bárbara urbana o rural. También dice el refranero que "El arte refina el espíritu"... pero en ocasiones el espíritu que se refina es el espíritu de personas sádicas y psicópatas, de gente que desprecia el respeto de las libertades ajenas y que no se inmuta, al contrario, incluso goza, con el dolor de sus semejantes.
El arte y la cultura no siempre van de la mano con el respeto de los derechos humanos. Un alto grado de evolución y sofisticación social y artística no es garantía de un mayor respeto de estos derechos. Y desde este punto de vista, el de los derechos humanos, siempre hay que estar alerta sobre la utilización que se hace del arte, sobre aquello que se entiende por cultura, sobre cuales son los valores en los que se asienta una sociedad.
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